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Elecciones 2016

Un viaje al país de Trump: cómo un multimillonario neoyorquino conquistó a los votantes rurales de Wisconsin

Parte del triunfo del presidente electo Donald Trump se explica por el atractivo que generó fuera de las zonas urbanas, sitios que generalmente eran descuidados por las campañas electorales y donde existe un resentimiento contra la élite política.
16 Nov 2016 – 01:19 PM EST
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Dan Lanser, empleado en una lechería: "Trabajamos duro. Trump trabaja duro" Crédito: Fernando Peinado

ELKHART LAKE, Wisconsin. Jim Drake muestra sus manos grasientas y pide disculpas por no poder estrechárselas a los visitantes a su rancho de vacas lecheras.

Este ganadero de 58 años es uno de los votantes de Donald Trump que permitieron el martes 8 de noviembre su victoria sobre Hillary Clinton en Wisconsin, uno de los estados donde menos se esperaba que el multimillonario fuera el preferido.

El estado del llamado cinturón del óxido ( Rust Belt) no había votado por un candidato a presidente republicano desde Ronald Reagan en 1984 y Trump le ha robado ese estado a los demócratas gracias en buena parte a su popularidad en las áreas rurales.

Mientras que el republicano Mitt Romney ganó el 53% del voto rural de Wisconsin, Trump elevó ese apoyo hasta el 63%.

Drake dice que no le gustaba ninguno de los dos candidatos pero que no podía quedarse en casa. Su conciencia le obligaba a votar a toda costa para impedir una victoria de Clinton.

"Ésta es una comunidad de cazadores y para nosotros el derecho a portar armas es fundamental. Eso es lo que nos preocupaba a muchos de Clinton", explica. "He hablado con muchos trabajadores de este área que han votado por primera vez por este asunto". Él agrega otros dos asuntos importantes: su oposición al aborto y el daño que está causando en su bolsillo el aumento de las primas de Obamacare.

Para Drake desde luego no ha sido la dureza con los inmigrantes un asunto importante a la hora de decidir su voto. Él necesita a los 30 inmigrantes hispanos que alimentan y ordeñan a sus 2,000 vacas en jornales de 12 horas y sin los cuales no podría funcionar su rancho, el más grande del condado de Sheboygan.

Su socio hispano, Omar Guerrero, resalta que cada vaca da trabajo a unas 500 personas en Wisconsin porque estas vaquerías son el motor de numerosos negocios relacionados. Pero Guerrero lamenta el racismo de mucha gente en el estado, ignorantes de que en Wisconsin sin indocumentados no hay leche.

"Trump ha abierto una puerta que estaba cerrada", dice Guerrero.

Otros residentes latinos de esta zona de Wisconsin de pueblos que a veces no superan los 1,000 habitantes, se quejan de que el desprecio y los insultos han aumentado desde que Trump lanzó su campaña.

José, uno de los trabajadores de la finca vacuna, cree que el problema no es más grave que en otros lugares: "En todos lados hay gente buena y gente mala".

Él y los seis compañeros de trabajo con los que comparte casa evitan salir mucho a la calle para ahorrarse problemas con la ley.

Resentimiento rural

La importancia del resentimiento racial para el éxito electoral de Trump ha generado una intensa discusión. Se debate sobre si la frustración de este Estados Unidos congelado en el tiempo se debe a su rechazo a la diversidad o más bien a sus apuros económicos.

Una explicación alternativa la ha aportado la profesora de la Universidad de Wisconsin en Madison Katherine Cramer quien después de pasar un año estudiando las inquietudes en las comunidades rurales de Wisconsin concluyó que existe un gran resentimiento hacia los habitantes de las dos grandes ciudades del estado, Milwaukee y Madison.

Los habitantes del campo perciben que no están recibiendo su cuota legítima de poder, recursos y respeto, argumenta la académica.

Cramer señala que esa dinámica del Medio Oeste rural se ve replicada en el ámbito nacional y explica lo que pasó en la elección del 8 de noviembre.

"Para gente que sentía que la élite urbana les ignoraba, les faltaba el respeto y les pasaba por alto, la campaña de Trump tuvo un fuerte atractivo", escribió Cramer en Washington Post.


Durante la conversación con Jim, transluce en el ganadero ese sentimiento cuando habla de Clinton, a quienes muchos perciben como una elitista: "Aquí no vivimos en una cueva", dice. "Sabemos lo que está pasando en el mundo. Sabemos lo que hizo en Benghazi. Y se me saltan las emociones con esto", añade conteniendo lágrimas, "pero ella dejó morir a esos cuatro americanos. Ella no está aquí para ayudarnos".

Dan Lanser, empleado de 61 años en una lechería cercana, ira en el presidente electo su ética de trabajo: "Trabajamos duro, Trump trabaja duro".

"Hay dos maneras de ir por la vida: una es con esfuerzo y la otra con atajos y corrupción", añade Lanser.

Muchos en este estado recalcan que Clinton no hizo una sola visita en la campaña general (Trump vino aquí seis veces, varias de ellas a lugares rurales poco visitados por candidatos). La demócrata confiaba en las encuestas que le daban una cómoda ventaja durante la mayor parte de la campaña. El locutor de radio conservadora de Wisconsin Charlie Sykes le reprocha a Clinton que vive en una burbuja apartada del hombre común.

"Debía haber sabido que muchos en Wisconsin temían que aboliera la Segunda Enmienda", dice Sykes en conversación con Univision Noticias.

Así las cosas, Trump, el multimillonario neoyorquino que se crió en un mundo paralelo al de Drake y Lanser, consiguió que aquí le vieran como el defensor de esta zona marginada y agraviada.

Quizás eso se debe a que fue capaz de equiparar su condición de marginado por el establishment a los resentimientos de esta América profunda advertidos por Cramer, o quizás a que sus gustos poco refinados lo hicieron más familiar a estos votantes. El caso es que Trump inspiró la confianza de Drake y otros aquí: "Trump vino y nos prometió un cambio y Clinton no lo hizo".

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Contribuyeron reportando Maye Primera y Ana María Rodríguez

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