Cómo Trump pone en peligro a los periodistas que cubrimos sus eventos

WEST PALM BEACH, Florida.- Imaginen la sensación de acorralamiento. Se encuentran rodeados de miles de personas enfurecidas que les insultan y les abuchean de modo ensordecedor mientras el líder del grupo vocifera tachándoles de deshonestos, mentirosos y perpetradores de una conspiración para impedir su victoria redentora.
"Seamos claros sobre una cosa, los medios corporativos en nuestro país ya no están involucrados en hacer periodismo...", grita el cabecilla, Donald Trump.
Si se atreven a retirar la mirada de la pantalla de su computadora y a girar su cabeza observarán algunas caras de odio y los intimidantes dedos índices en alto mientras continúa el vituperio.
"Para ellos es la guerra y no hay límite alguno", prosigue la arremetida. "Es una lucha por la sobrevivencia de nuestra nación, créanme. Y ésta será nuestra última oportunidad para salvarlo, el 8 de noviembre, recuérdenlo".
El abucheo no cesa. Reparan en que no hay agentes de seguridad entre la multitud y usted, sentado en la zona de prensa en medio de la sala. La única protección es una valla de unos tres pies de altura fácilmente sorteable.
"Esta elección determinará si somos una nación libre o si solo tenemos la ilusión de democracia, pero de hecho somos controlados por un puñado de intereses globales que amañan el sistema y nuestro sistema está amañado".
A estas alturas desearán que la cosa no pase a mayores. Si son supersticiosos, toquen madera.
"El establishment y sus facilitadores de los medios de comunicación controlarán esta nación de maneras que son bien conocidas. Cualquiera que desafíe su control es considerado un machista, un racista, un xenófobo y deformado moralmente".
Enemigo número uno
De todos los enemigos que Trump ha creado a lo largo de su campaña por la presidencia, los periodistas somos los únicos que estamos presentes físicamente en sus mítines (junto a los ocasionales opositores que le interrumpen y que a veces han sido agredidos).
El candidato republicano nos convirtió este jueves en objetivo número uno después de que varias publicaciones hayan dado voz a supuestas víctimas de acoso sexual y tocamientos inapropiados. Nunca había escuchado un discurso suyo tan demonizador de los periodistas y a la vez temerario como el que dio este jueves en West Palm Beach, Florida, el primero tras conocerse las acusaciones.
Con poco reparo por la integridad física de los 50 o 60 periodistas presentes, Trump descargó su ira contra "los medios corporativos" sin hacer distinciones. La mayor parte de las críticas se las llevó el New York Times, el diario que publicó el miércoles por la noche en su web uno de los artículos con los testimonios acusadores y contra el que Trump anuncio que prepara una demanda.
Leyendo de su teleprompter, Trump se presentó como un libertador al borde del martirio, el único hombre capaz de salvar al pueblo estadounidense.
"Recibo encantado las piedras y flechas por ustedes", aseguró. "Lo hago por nuestro movimiento para que podamos recuperar nuestro país".
En el fondo, que no le importe que nos vean como la diana fácil de la ira de sus simpatizantes tampoco es sorprendente. Él mismo ha confesado en otros mítines suyos que le gustaría golpear en la cara a quienes protestan contra él y que pagaría los gastos legales de quienes hagan lo mismo.
Periodistas escoltados
Desde el principio de su campaña, Trump ha dedicado partes de sus discursos a atacar a reporteros por nombre y apellido o a publicaciones concretas, entre ellas Univision. A menudo señala al corralito de prensa para criticar a "los medios" sin distinciones y tacharnos de "deshonestos" y "escoria".
Conforme ha ido avanzando la campaña, esos ataques se han vuelto más frecuentes y el ánimo de su público es cada vez más hostil.
Cuando Trump terminó de hablar en West Palm Beach, uno de sus simpatizantes dejó sobre una de las mesas de los reporteros un cartel con una esvástica nazi y la palabra "medios de comunicación".
Una simpatizante me llamó "espía" cuando le pregunté si podía hacerle una pregunta sobre Trump, varios se negaron a hablar conmigo.
En Twitter recibo a menudo insultos y amenazas veladas de parte de la legión de tuiteros anónimos que componen la nebulosa de la alt-right, la derecha alternativa a la que Trump ha envalentonado. Lo mismo le sucede a otros reporteros y a s de esa red social que no necesariamente se dedican al periodismo.
Y en un hecho probablemente inédito en la historia reciente, los periodistas del pool que acompaña al candidato en avión fueron escoltados por policías antidisturbios en el último de sus tres mítines del jueves, en Cincinnati, Ohio, según tuitearon estos.
El Comité para la Protección de los Periodistas, un grupo activista de carácter internacional, alertó este jueves de que "una presidencia Trump sería una amenaza a la libertad de prensa", entre otros motivos por su desprecio a los principios constitucionales que protegen este derecho.
Trump ha creado listas negras de periodistas, se ha mofado de un reportero discapacitado y expulsó al conductor de Univision Jorge Ramos de una rueda de prensa.
Pero hasta ahora se ha reparado poco en la amenaza que supone Trump para quienes cubrimos sus eventos. Por supuesto la mejor respuesta contra este comportamiento irresponsable no es seguir tocando madera, sino denunciarlo para que cese de una vez por todas.