Por eso, en las vísperas de un eclipse lunar, los babilonios que vivían en al sureste de Mesopotamia solían nombrar unos días antes de que ocurriera el temido fenómeno a otro rey, uno falso. Elegían un rey sustituto a quien vestían con trajes, coronaban y sentaban en el trono, para que el rey verdadero no fuera llevado por el mal augurio. El rey de verdad mantendría durante esa noche un perfil bajo y evitaría ser visto. Crédito: Getty Images
Las referencias a este ritual son múltiples. Según el libro del Siglo XIX, ‘La historia de los eclipses’, hay más de 30 menciones de este ritual en varias cartas de Asiria (norte de Mesopotamia), que datan del primer milenio a. C. El mal augurio no tendría lugar solo si el planeta Júpiter era visible durante el eclipse, esa sería una señal de que el rey estaría a salvo. Crédito: Getty Images
Marcaría el fin de una dinastía
Las relaciones entre los eclipses lunares y los finales de los reyes no era una cosa exclusiva de Mesopotamia. Los historiadores han encontrado referencias en crónicas primitivas chinas, conocidas como ‘Anales de Bambú’, en las que justamente se relacionó un eclipse de luna con el fin de la dinastía reinante.
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Las relaciones entre los eclipses lunares y los finales de los reyes no era una cosa exclusiva de Mesopotamia. Los historiadores han encontrado referencias en crónicas primitivas chinas, conocidas como ‘Anales de Bambú’, en las que justamente se relacionó un eclipse de luna con el fin de la dinastía reinante.
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Desencadenaría desastres militares
El 27 de agosto de 413 a. C., los libros antiguos registraron la coincidencia de un eclipse lunar con el desastre del ejército ateniense. Las tropas estaban en Sicilia luchando contra las fuerzas de Siracusa y lo estaban haciendo mal. La enfermedad estalló entre los soldados y su comandante Nicias decidió que los atenienses deberían abandonar la isla. Crédito: Getty Images
El 27 de agosto de 413 a. C., los libros antiguos registraron la coincidencia de un eclipse lunar con el desastre del ejército ateniense. Las tropas estaban en Sicilia luchando contra las fuerzas de Siracusa y lo estaban haciendo mal. La enfermedad estalló entre los soldados y su comandante Nicias decidió que los atenienses deberían abandonar la isla. Crédito: Getty Images
En el libro ‘La historia de los eclipses’ se puede leer cómo Plutarco dejó consignados los hechos ahí ocurridos: “Todo en consecuencia fue preparado para el embarque, y el enemigo no prestó atención a estos movimientos, porque no los esperaban. Pero en la noche sucedió un eclipse de la Luna, en el cual Nicias y todos los demás fueron golpeados con un gran pánico, ya sea por ignorancia o por superstición”. Crédito: Getty Images
Al parecer los atenienses tenían alguna idea de lo que era un eclipse de Sol, pero no tenían una idea clara de que la Luna, cuando está llena, podía perder repentinamente su luz y asumir una variedad de colores entre marrones y rojo. Por lo tanto, lo consideraron un fenómeno extraño y sobrenatural. El ejército siracusano capturó a los aterrorizados soldados atenienses antes de que pudieran huir. Crédito: Getty Images
Cuenta la historia que, durante un eclipse registrado en 1349, una mujer considerada en la época una 'bruja', -era plena Edad Media-, quiso hacerse ver cómo la responsable de que del cielo desapareciera la luna de manera extraña. Sin embargo, el matemático y filósofo Thomas Bradwardine (arzobispo de Canterbury) que había estudiado astronomía no dejó que la amenaza proliferara retando a la mujer con que él podría predecir exactamente cuándo pasaría esa desaparición del cuerpo celeste y por cuanto tiempo, quitándole todo poder.
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Según lo narra Duncan Steel en su libro ‘Eclipse: El fenómeno celestial’, en junio de 1503 una epidemia de gusanos estaba devorando los barcos de Colón, lo que lo obligó a aterrizar en la isla caribeña ahora conocida como Jamaica. Pero, aunque los indígenas de la isla, la tribu Arawak, los alimentó por seis meses, eventualmente, dejaron de querer renunciar a su yuca y pescado. Crédito: Getty Images
Ante las tensiones entre marineros e indígenas por la comida, Colón tuvo que hacer algo. Tres días antes de que ocurriera un eclipse lunar, la noche del 29 de febrero de 1504, le dijo al jefe arahuaco que su dios cristiano estaba enojado y que eso se revelaría en tres días, cuando la luna desaparecería del cielo y se pondría roja de furia. Crédito: Getty Images
Aterrorizados, los Arawaks llegaron corriendo a los barcos españoles cargados con provisiones y suplicaron a Colón que intercediera ante su dios en su nombre. La luna apareció, y los indígenas creyeron que Colón había firmado un acuerdo de paz don su dios, por lo que los acogieron casi por un año y medio más. Crédito: Getty Images