En la batalla de presidentes en Venezuela: ¿Cuánto tiempo puede resistir Maduro?
No es exactamente territorio desconocido, pero desde 1994, un gobierno en este hemisferio no se encontraba tan aislado.
El gobierno militar de facto en Haití, el cual derrocó al presidente Jean Bertrand Aristide en un sangriento golpe de estado en 1991, se aferró al poder durante tres años a pesar de un embargo económico que causó una drástica escasez de alimentos y gasolina. Antes de eso, el caudillo panameño, el general Manuel Noriega, también desafió a la comunidad internacional a pesar de un embargo que paralizó la economía.
En otras partes del mundo, Saddam Hussein en Irak y Muamar Gadafi en Libia, también resistieron durante años bajo severas sanciones económicas.
Estos cuatro casos solo se resolvieron mediante una intervención militar extranjera.
En el caso de Haití, el presidente Bill Clinton envió 20,000 tropas estadounidenses para restaurar el poder de Aristide bajo los auspicios de una intervención respaldada por las Naciones Unidas. En Panamá, el presidente George H.W. Bush actuó de forma unilateral en 1989, ordenando el despliegue de una fuerza de invasión de 28,000 soldados estadounidenses para derrocar a Noriega.
Además de su eventual derrocamiento, las lecciones son claras: los regímenes repudiados internacionalmente son, por su naturaleza ilegal, extremadamente difíciles de sacar del poder. El aislamiento diplomático y las sanciones económicas no son una solución mágica. Cuba ha sobrevivido al embargo estadounidense por más de 50 años, mientras que Daniel Ortega, el presidente de Nicaragua, enfrenta la condena internacional y las sanciones estadounidenses por segunda vez en cuatro décadas.
Esto sucede especialmente en el caso de determinados enemigos ideológicos que, como el venezolano Nicolás Maduro, disfrutan de una base de partidarios pequeña, pero leal y, a menudo, bien armada, y preparada para usar tácticas represivas para someter a la población.
Por lo tanto, los pronósticos del inminente derrocamiento de Maduro podrían ser solo ilusiones. Sin duda, Maduro desconoce la reacción internacional a su reelección fraudulenta y su toma de posesión para un nuevo mandato el pasado 10 de enero . Citando un vacío de poder constitucional, el presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela, Juan Guaidó, de 35 años de edad, se juramentó presidente interino, obteniendo instantáneamente el respaldo de numerosos gobiernos extranjeros. Solo Rusia, Cuba, Bolivia, Irán y algunas islas del Caribe han permanecido firmemente a su lado.
Según informes, Rusia envió un equipo de contratistas militares privados para reforzar la seguridad de Maduro. Venezuela es un importante comprador de tecnología militar rusa, entre la cual se incluyen tanques, armas pequeñas y otros equipos, y Rusia ha invertido miles de millones de dólares en la quebrada empresa petrolera paraestatal PDVSA
Al menos hasta ahora, el alto mando militar de Venezuela se ha mantenido leal a Maduro, aunque hay fisuras en los rangos más bajos y medios que han dado lugar a varias rebeliones abortadas en los últimos meses. Para garantizar esa lealtad, Maduro también puede contar con su aliado socialista, Cuba, que tiene la reputación de tener una vigilancia y una presencia de contrainteligencia sofisticadas, a la cual muchos le acreditan la vigilancia —y eliminación— de la disidencia militar.
Presión diplomática
Todo esto plantea la interrogante, ¿qué significa la presión diplomática en el mundo de hoy? ¿Es simplemente simbólica? A menos que el Ejército venezolano respalde la medida de Guaidó, la mayoría de los expertos coincide en que es poco probable que Maduro sea derrocado. En cambio, la lucha por el poder "podría desencadenar una mayor represión", según el International Crisis Group (ICG), cuyo experto residente en Caracas, Phil Gunson, es un veterano observador de la situación venezolana.
"Si Maduro mantiene el apoyo de la Fuerza Armada, es casi seguro que intentará mantenerse en el poder y reprimir violentamente a quienes lo desafían", dice Gunson. "En ese momento, la pelota volverá a la cancha de los partidarios extranjeros de Guaidó. Entonces podrían enfrentar el incómodo dilema de hacer muy poco y lucir impotentes o exponerse a un desastre al intervenir militarmente".
Sin embargo, en el caso de Venezuela, el país con las mayores reservas de petróleo del mundo, se pueden ejercer otras presiones financieras.
La economía del país está en caída libre, y se prevé que la hiperinflación alcanzará la astronómica cifra de 10 millones por ciento en 2019. Más de tres millones de personas han huido de la crisis política y económica desde 2015, según la ONU, debido a la falta de empleos, alimentos y servicios de salud pública, así como a la represión política.
En los últimos dos años, Estados Unidos ya ha impuesto sanciones a 75 altos funcionarios del gobierno de Maduro, además de restringir el de Venezuela a los mercados de deuda estadounidenses y los negocios turbios en el comercio de oro.
Washington tiene otra herramienta : las lucrativas importaciones de petróleo que representan una parte importante de los ingresos en divisas de Venezuela. La Casa Blanca se ha resistido a recortar la compra de petróleo a Venezuela por temor a la interrumpción de las operaciones en las refinerías estadounidenses en estados de mayoría republicana a lo largo de la costa del Golfo, así como a provocar una catástrofe humanitaria aún mayor en Venezuela, algo que Maduro podría explotar.
El lunes, el Departamento del Tesoro de Estados Undos emitió nuevas sanciones contra PDVSA, bloqueando sus activos y exigiendo que todos los pagos se depositen en una cuenta bloqueada para mantener los fondos fuera de las manos de Maduro.
Esto plantea otra cuestión ideológica. El gobierno de Donald Trump tendrá que actuar con cuidado para evitar inflamar las tendencias nacionalistas. Al igual que en Cuba, el régimen socialista de Venezuela se construyó sobre una base de hostilidad ideológica contra el "imperialismo" estadounidense. Actualmente, Maduro está intentando avivar ese fuego de cualquier forma posible. "Esto no es más que un golpe de Estado, ordenado, promovido, financiado y apoyado por el gobierno de Estados Unidos", les dijo Maduro a los periodistas el viernes en el palacio presidencial. "Tienen la intención de poner un gobierno títere en Venezuela, destruir el Estado y tomar el control colonial del país", añadió.
Intervención militar
Aunque muchos venezolanos consideran que la intervención militar estadounidense es su única salvación, podría ser una bendición para Maduro, pues uniría las fuerzas populares bajo la bandera. Pero una intervención militar tampoco sería una victoria segura. Venezuela no es Panamá ni Haití. Aunque su Ejército no está probado en combate, es una fuerza grande y bien equipada con cuarteles repartidos por todo el país. Además, el ex embajador de Estados Unidos y experto en América Latina, John Feeley, observó: "Venezuela ya se encuentra en una situación tan caótica que cualquier fuerza invasora se vería obligada por razones humanitarias a permanecer como una fuerza de ocupación para mantener el orden y brindar servicios gubernamentales interinos hasta que el gobierno de Guaidó fuera capaz de asumir esas responsabilidades".
Además, "la istración Trump está retirando la presencia militar en Siria y Afganistán; creo que es poco probable que envíen nuevas tropas a algún lugar durante mucho tiempo", agregó.
Evan Ellis, profesor de investigación sobre América Latina del War College Strategic Studies Institute del Ejército de Estados Unidos, advierte que una intervención militar estadounidense "no solo causaría pérdida de vidas, sino que también se arriesgaría a fragmentar el ya frágil equilibrio entre entidades criminales y de otra índole, lo cual desataría una ola de la violencia y de refugiados que superaría con creces la tragedia que se ha presenciado hasta la fecha".
Aunque los militares venezolanos podrían ser derrotados rápidamente en una convencional, Maduro podría escapar y montar una prolongada resistencia en la clandestinidad.
Además, cualquier esfuerzo por conseguir el respaldo de la ONU para una fuerza de intervención extranjera probablemente sería bloqueado en el Consejo de Seguridad por Rusia y China.
Por lo tanto, para evitar la potencial reacción adversa a un embargo petrolero, la Casa Blanca parece estar explorando una estrategia para redirigir los pagos del petróleo venezolano —y quizás de oro— hacia manos de la incipiente istración de Guaidó para ayudarlo a fortalecer su intento de tomar el control.
Ya ha autorizado 20 millones de dólares en ayuda humanitaria que planea canalizar a través de la Asamblea Nacional. Pero no está claro cómo se entregará ese dinero, a menos de que se pueda encontrar una manera de evitar el control de Maduro sobre el sistema financiero estatal.
"Después de haber atizado el fuego, Estados Unidos y los gobiernos democráticos afines (...) deben estar listos para proteger y apoyar a largo plazo a los venezolanos que están valientemente defendiendo el restablecimiento de un gobierno democrático en Venezuela", dijo Ellis. Washington ha indicado hasta el momento que respaldará a Guaidó en todo momento, y desafió la orden de Maduro de expulsión de todos los diplomáticos estadounidenses del país.
¿Amnistía?
Finalmente, ¿quedan incentivos para persuadir a Maduro para que se vaya? Antiguamente, a los tiranos se les permitía escapar con una maleta llena de dinero hacia un exilio dorado en lugares como Panamá.
Ahí es donde terminó el Sha de Irán, así como el general Raoul Cédras de Haití, Abdalá Bucaram de Ecuador y Elías Serrano de Guatemala.
El marco legal internacional moderno dificulta esto, y los grupos de derechos humanos insisten en que se debe hacer justicia por el bien del estado de derecho — y para disuadir a futuros delincuentes. Pero Guaidó parece dispuesto a hacer sacrificios para restablecer la democracia. En una entrevista con Univision, dijo que estaba dispuesto a considerar una amnistía para Maduro bajo una nueva ley aprobada por la Asamblea Nacional que le ofrezca beneficios a "todos los que estén dispuestos a ponerse del lado de la Constitución a recuperar el orden constitucional".
Es imposible predecir si Maduro, o cualquiera de sus partidarios, elegiría esta opción. Sería humillante e, inevitablemente, se consideraría una traición al lema de "socialismo o muerte" de los llamados revolucionarios "bolivarianos" de Venezuela.
Una salida más ordenada y respetable para Maduro, según muchos expertos, sería una nueva ronda de elecciones supervisadas por la comunidad internacional. Esa parece ser la estrategia favorita de la Unión Europea, así como del Grupo de Lima de 14 países que se creó para encontrar una salida pacífica a la crisis en Venezuela.
"La única solución a la crisis de Venezuela radica en un proceso negociado creíble que conduzca a elecciones libres y justas que les permitan a los venezolanos elegir a sus propios líderes", según una declaración conjunta de tres importantes grupos a favor de la democracia en la región; la Oficina de Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA, por sus siglas en inglés), Conectas Derechos Humanos en Brasil y Dejusticia en Colombia.
"Combinar la presión con la diplomacia creativa es la mejor manera de facilitar un regreso a la democracia", añadieron.