Cuando los síntomas se prolongan por semanas: otra de las grandes incógnitas del nuevo coronavirus

Pilar Arroyo, asistente social de 45 años, siente una sensación de ahogo al subir las escaleras de su casa y una flema persistente, aunque ya han pasado más de seis semanas desde el inicio de la infección. A lo largo de este tiempo, ha tenido momentos buenos seguidos de recaídas. “No sé cómo me voy a encontrar de un día para otro”, señala. “Es bastante angustioso”.
Experiencias como la suya están resultando ser tan comunes que ya hay hasta grupos de pacientes que reclaman que se les escuche y se les preste el apoyo que necesitan. Es otra de las grandes incógnitas que rodean este virus.
En EEUU, la escritora Fiona Lowenstein ha fundado un grupo para dar voz a aquellos con síntomas de larga duración. Lowenstein señala que los detalles sobre la recuperación se comparten principalmente en privado y en redes sociales, algo que “tiene sentido” dada la novedad del virus. “Pero mientras nuestra principal ocupación ha de ser dedicar recursos a los pacientes más graves, también tenemos que comenzar a pensar en todas las etapas de la pandemia”, escribe.
Esta agrupación reclama más atención y recursos para comprender mejor el proceso de recuperación, lo que ayudará a los supervivientes a convivir con las dificultades a la hora de reintegrase en la sociedad y prepararse para la siguiente fase. “Después de todo, la comunidad de supervivientes de coronavirus es un grupo que continuará creciendo”, señala.
Mientras tanto, un grupo de enfermos de covid-19 de Cataluña, en el norte de España, algunos diagnosticados con pruebas y otros con sintomatología compatible (pero todos de larga duración, incluso meses) se han unido para reclamar que se les tenga en cuenta y se definan protocolos médicos y asistenciales para seguir sus casos.
Estos enfermos señalan que han vivido su enfermedad en soledad y con un seguimiento médico por teléfono mientras han sentido una "sensación de desamparo, que ha crecido y aumentado más cuando hemos notado que desde la sanidad pública no hay ningún programa definido para tratar situaciones como la nuestra”, señalan. “Tenemos derechos. No somos enfermos imaginarios de la covid-19", es el lema de la reivindicación del Colectivo de afectadas y afectados persistentes por la COVID-19.
Montaña rusa
Un informe preliminar de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sugería que en casos no graves, el tiempo medio para recuperarse es de unas dos semanas desde que empiezan los síntomas. En casos más graves, la enfermedad dura entre tres y seis semanas. Sin embargo, incluso en casos leves la recuperación puede llevar varias semanas o incluso meses, con una auténtica montaña rusa de síntomas y poco apoyo a su alrededor.
Esto es lo que le ocurrió a Paul Garner, profesor de enfermedades infecciosas en la Escuela de Medicina Tropical de Liverpool cuyo testimonio ha dado más visibilidad a la situación. Garner experimentó un amplio abanico de síntomas y en un momento dado se sintió tan mal que pensó que iba a morir.
Sus síntomas se prolongaron durante más de siete semanas, y fueron cambiando y convirtiéndose en cada vez más raros, desde artritis en las manos hasta mal de estómago, mareos, dolor de oídos o pérdida del olfato. Cada vez que pensaba que se iba a recuperar volvía a recaer. “ Es muy frustrante. Mucha gente puede comenzar a dudar de sí misma”, escribió Garner en un blog la semana pasada en el British Medican Journal.
“El objetivo de esta pieza es difundir el mensaje de que para algunas personas, la enfermedad puede durar semanas. Los síntomas van y vienen, y son extraños y dan miedo. La fatiga es severa, real, y forma parte de la enfermedad. Y todos necesitamos apoyo y amor de la comunidad que nos rodea”, escribe Garner, que advierte que el virus está causando muchos cambios inmunológicos en el cuerpo y extrañas patologías que todavía no se comprenden bien.
Aunque todavía no hay investigaciones suficientes que expliquen por qué hay tanta diferencia en el tiempo de recuperación, algunos expertos creen que la genética podría jugar un papel. De esta opinión es James Gill, médico y profesor de la Universidad de Warwick que sugiere en declaraciones al diario The Guardian que la genética podría explicar la mitad de las variaciones en los síntomas clave.
Gill cree que los síntomas de larga duración no son comunes, aunque es difícil saber cuál es la situación sin disponer de resultados de tests a gran escala. La experiencia con el brote de Sars reveló que casi una tercera parte de los que se infectaron con ese virus todavía tenían tolerancia reducida para hacer ejercicio muchos meses después, incluso cuando habían recuperado su capacidad pulmonar. Aunque covid-19 es diferente, Gill señaló que podríamos esperar una proporción similar, con entre una tercera y una quinta parte de pacientes experimentando tiempo de recuperación más largos.
Aunque los síntomas persistan, lo más probable es que el individuo deje de ser infeccioso pasados tres días desde que se redujo la fiebre, según este experto.
Pero hay todavía un montón de incógnitas con respecto a la recuperación. No hay conocimiento previo sobre este virus, procedente del reino animal, y solo podemos estar seguros con la observación a largo plazo que, obviamente, todavía no se ha producido.
Como señaló Tim Spector, profesor de epidemiología genética del Kings College de Londres, “ he estudiado cientos de enfermedades y esta es la más inusual”.