EEUU, México y Canadá firman un nuevo pacto comercial que ahora enfrentará una difícil ratificación en el Congreso
Estados Unidos, México y Canadá suscribieron este viernes en Buenos Aires el acuerdo comercial que reemplaza al anterior Tratado de Libre Comercio para América del Norte, en lo que se considera un triunfo para el presidente estadounidense Donald Trump.
"Este es un modelo de acuerdo que modifica para siempre el panorama del comercio", dijo Trump durante la ceremonia de la firma en Buenos Aires, al margen de la cumbre del G20 a la que acude junto con el presidente mexicano Enrique Peña Nieto y el primer ministro canadiense Justin Trudeau.
Ahora el tratado irá a los congresos de los respectivos países. En el caso de EEUU se espera que pase una difícil confirmación.
En el recorrido de este largo año hacia este nuevo acuerdo comercial hubo desplantes, amenazas y declaraciones altisonantes.
Bautizado como T-MEC por los mexicanos (USMCA, por sus siglas en inglés), el pacto reemplaza al que regía el comercio entre estos tres países desde 1994 y que fue derribado por Trump al considerar que el anterior tratado era “un asesino de empleos”.
"El tratado lo firman los jefes negociadores comerciales, en el caso de México tiene facultades el secretario de Economía (Ildefonso Guajardo)", explicó el saliente canciller mexicano Luis Videgaray.
Durante las negociaciones los representantes fueron Guajardo, la ministra del exterior canadiense Chrystia Freeland y el representante comercial estadounidense Robert Lighthizer.
El acuerdo, que busca minimizar la deslocalización de empleos fuera de Estados Unidos, será uno de los últimos actos de la istración de Enrique Peña Nieto antes de entregar el poder el sábado al izquierdista Andrés Manuel López Obrador.
Duro de vender
Pero ahora Trump deberá enfrentar a su propio Congreso para la ratificación del tratado, al igual que las legislaturas de los otros dos países.
Los demócratas que dominarán la Cámara de Representantes a partir del próximo año han dicho que quieren que el nuevo acuerdo refuerce las protecciones de los trabajadores estadounidenses respecto a la competencia mexicana, que ofrece salarios más bajos.
Cualquier reclamo que quiera hacerse sobre el contenido del acuerdo podría dar pie a nuevas objeciones por parte de los republicanos defensores del libre comercio que quieren limitar la manera en que el pacto pueda restringir las prácticas corporativas en América del Norte.
“Va a ser difícil de vender”, dijo el representante Bill Pascrell, el demócrata de mayor rango en la subcomisión de la cámara baja responsable de los asuntos comerciales.
Tras amenazas de naufragar, los líderes de los tres países sellaron el pacto unas horas antes de que se cumpliera el plazo del 30 de septiembre impuesto por Washington para su negociación.
Analistas comerciales señalan que el nuevo pacto no es muy distinto a la versión anterior a pesar de las afirmaciones de Trump de que “transformaría nuevamente a América del Norte en una potencia de manufactura”.
“Realmente es el NAFTA original”, dijo Mickey Kantor, socio en el despacho legal de Mayer Brown y representante comercial de Estados Unidos durante el gobierno del presidente Bill Clinton.
Durante años, fueron los demócratas los que se quejaron del NAFTA, que derribó la mayoría de las barreras comerciales entre Estados Unidos, México y Canadá. Argumentaron que alentaba a las compañías estadounidenses a cerrar sus plantas, despedir a sus trabajadores en Estados Unidos y mudarse a México para aprovechar la mano de obra a menor costo. En contraste, los republicanos a favor del comercio defendieron el pacto que, afirmaban, impulsaba una explosión comercial que beneficiaba a las tres naciones.
Pero Trump hizo campaña como un republicano distinto. Se refirió al acuerdo como un “desastre” y designó a Lighthizer para negociar una nueva versión, amenazando con abandonar en su totalidad el pacto si no obtenía lo que quería.
Lighthizer trabajó para obtener el respaldo de los demócratas. Y el USMCA incluye cláusulas con el objetivo de atender las críticas del acuerdo al que reemplaza. Por ejemplo, requiere que el 40% de los vehículos se fabriquen en países que le pagan al menos 16 dólares la hora a sus empleados, es decir Estados Unidos y Canadá, no México, para que sean elegibles a ser libres de aranceles. Además requiere que México impulse reformas laborales para alentar a sindicatos independientes que negociarán mayores salarios y mejores condiciones de trabajo para los mexicanos.
Cuando el reemplazo del NAFTA fue anunciado, el líder demócrata en el Senado Chuck Schumer, dijo que Trump “merece elogios por tomar importantes medidas para mejorar” el acuerdo.
John Murphy, vicepresidente senior de políticas internacionales en la Cámara de Comercio de Estados Unidos, que está a favor del nuevo acuerdo comercial, argumentó que éste incluye elementos dirigidos a atender las preocupaciones de los demócratas sobre como resultarían afectados los empleados estadounidenses.