Los artistas dejan Wynwood, pero el arte se queda en Miami

“Cuando llegué en 2004, éste era un barrio fantasma. No era lo ideal, pero al menos podía trabajar en paz”, dice Daniel ‘Krave’ Fila, un artista nacido y criado en Miami que vivió en el vecindario de Wynwood hasta 2013. Ese año se mudó al norte, hacia Little Haiti. “Todavía aprecio Wynwood, pero ya estuvo. Little Haiti es un barrio de clase trabajadora que me ofrece excelente comida, música y cultura”, asegura.
En un tiempo récord, Wynwood pasó de ser una zona industrial aquejada por la delincuencia y las drogas, a ser el barrio artístico de Miami. De acuerdo a la organización de inversionistas locales Wynwood Business Improvement District, hoy existen alrededor de 70 galerías de arte en la zona, aunque en los últimos años siete han debido dejar el área. Además de su intensa vida nocturna y turística, es el lugar con mayor concentración de arte callejero en todo Estados Unidos, según líderes locales.
Pero Little San Juan, como alguna vez se le llamó a Wynwood por su población puertorriqueña, es también un ejemplo fehaciente de gentrificación, este proceso de renovación y reconstrucción urbana que suele darse en áreas deterioradas, pero que a su vez muchas veces termina desplazando a los residentes más pobres. Y, en este caso, también a los artistas que llegaron cuando comenzó el fenómeno Wynwood.
De barrio abandonado a corazón artístico de la ciudad
2002 fue un momento fundacional en este proceso. Ese año se realizó en Miami Beach la primera edición de la feria Art Basel, uno de los eventos artísticos más importantes del mundo. Un par de años después, Tony Goldman, poderoso inversionista e impulsor de la movida artística en Soho (Nueva York) y South Beach (Miami), vio en Wynwood el potencial para revitalizar la zona a través de los grafitis y murales. Desde 2004 compró cerca de 25 propiedades y emprendió un proyecto para cambiarle la cara al barrio. Artistas callejeros pintaron las fachadas de las fábricas y la zona comenzó a reinventar su identidad.
A comienzos de 2005, cuando llegaron los primeros artistas y algunas galerías abrieron, se creó el Saturday Art Walk, una actividad que aún hoy se realiza segundo sábado de cada mes y que se ha convertido en uno de los sellos turísticos y culturales de Miami. En 2009 Goldman inauguró las Wynwood Walls, un paseo de murales que es hoy uno de los íconos turísticos de la ciudad. Pero los cambios no sólo se vieron en los muros, sino también en la vida de los habitantes del barrio.
De acuerdo al sitio de bienes raíces Trulia, en enero de 2000 una propiedad se vendía en promedio en menos de 80 mil dólares. El mismo sitio pone el promedio actual en 375 mil dólares. En marzo de este año, el Miami New Times reportó que una propiedad vendida en 3 millones de dólares en 2014 fue revendida en 22 millones.
Y con el valor de las rentas el asunto fue similar. “En el estudio donde estoy actualmente en Wynwood llevo cinco años. El que tenía antes el dueño quería doblar la renta”, explica Amalia Caputo, artista multimedia venezolana, criada en Nueva York y en España. “Y aquí estaré hasta que lo vendan”, dice con humor.
El artista de origen venezolano Muu Blanco lo pone en otras palabras. “Esto de Wynwood fue un juego que creó una burbuja económica. Fue un boom turístico, no artístico. Este barrio ahora es un boulevard. La gente viene a caminar, tomarse fotos, a comer y a beber. Por eso le ha ido bien a los restaurantes y a los inversionistas, pero difícilmente a los artistas”.
Algo similar opina Amalia Caputo: “Inicialmente (hace más de 10 años) vi que los artistas tuvieron una buena opción, luego los estos migraron y quedaron las galerías, y ahora migran las galerías y quedan las tiendas y los bares. Pasamos de lo underground a la superficie”.
Camila Álvarez, una colombiana que documentó estos cambios en la cinta Right to Wynwood, cree que este fugaz fenómeno no dejó un final feliz. “ Usaron al arte y a los artistas como una herramienta de mercadeo, pero en realidad nunca hubo una comunidad genuina de ‘artistas de Wynwood’”, dice.
Los del Wynwood Business Improvement District, sin embargo, destacan lo que aquí ha sucedido: la transformación de una zona industrial, a una artística y de innovación. “Esta evolución en desarrollo, como cualquier renacimiento urbano, incluye un flujo y reflujo de gente, organizaciones y negocios”, dijo Albert García, vicepresidente de la organización en una declaración a CityLab. “Algunos se mueven a otras áreas para perseguir sus metas, mientras otros llegan hacia esta área para sacar provecho de su vibrante escena artística y cultural”.
Del arte al emprendimiento
No todos los artistas ven estos cambios necesariamente con malos ojos. “Wynwood pasó de ser un lugar al que acudían artistas a ser la meca del emprendimiento. Va a seguir siendo una zona sorprendente, pero ya no en la que abrirán nuevos estudios de arte”, dice Daniel ‘Krave’ Fila, quien a su vez asegura que este barrio le permitió quedarse en Miami. “A final de cuentas, el crecimiento de Wynwood nos favoreció a todos. Antes yo pensaba que me iba a tener que ir a Los Ángeles o a Nueva York para hacer mi carrera. Este barrio está ofreciendo, u ofreció, una plataforma global para exponer e impulsar nuestra economía”.
“Si lo que ocurrió el South Beach no fue suficiente, el Art Basel sí ha hecho de Miami una ciudad de arte con ‘buena fe’. Hoy un artista no tiene que dejar Miami para encontrar una industria viable”, dice el galerista Oliver Sánchez. “Algunos se irán, pero el barrio seguirá siendo un centro de creatividad cultural para las masas y lo seguirán visitando turistas”, agrega.
Sin embargo, reconocidas galerías como Frederic Snitzer, Emerson Dorsch y Alejandra VonHartz se han ido del barrio, en su mayoría hacia Little Haiti y a Little River, al norte de Miami. Aunque en el Wynwood Business District aclaran que este ha sido un número menor y que nuevas galerías y tiendas han abierto, algo que no siempre deja contento a los artistas.
“Las galerías que quedan –o que se hacen llamar así– son más bien tiendas de objetos de decoración”, dice Amalia Caputo. “En su mayoría se ven cosas de mala calidad, con poco criterio y nivel crítico, y que no forman parte de un discurso del arte contemporáneo”.
Para otros, como Muu Blanco, lo que quedó es sólo cultura frívola. “En otras palabras, se creó una fachada de arte con trasfondo comercial”.
Lo cierto es que, aunque las galerías y los artistas se hayan movido dentro de la ciudad, muy pocos han dejado Miami. “No conozco ni he oído de nadie que se haya ido de Miami por este fenómeno. Esta ciudad sigue siendo asequible en comparación con otras como Nueva York, San Francisco y Los Ángeles”, dice el artista colombiano Santiago Montoya.
Algunos, como ‘Krave’, incluso son entusiastas y celebran todo lo sucedido en Wynwood. “Estoy agradecido con los inversionistas que tuvieron esta visión y lo hicieron crecer”, concluye. “Simplemente debemos recordar que el arte y los artistas fueron los que hicieron lo que este barrio es hoy”.