Las mexicanas se quedan cada vez con menos alternativas de movilidad

Cuando llegaron a México, Uber, Cabify y otros servicios se veían como una salvación. Ser mujer en Ciudad de México es saber la inseguridad que presentan los taxis comunes. Conocidos son los casos de robo, secuestro y violación en los taxis de la calle, por lo que la opción de pedir un vehículo en una aplicación, donde aparecían las placas y la identidad del chofer, nos dio un mínimo de seguridad.
Pero poco a poco esta sensación ha ido desapareciendo. Opacada por el devastador terremoto del 19 de septiembre, la noticia del feminicidio de Mara Fernanda Castilla confirmó nuestros miedos. Mara, originaria de Veracruz, era una estudiante de Ciencias Políticas en Puebla. La madrugada del 8 de septiembre, salió de un bar en Cholula, Puebla, y pidió un taxi del servicio Cabify para llegar a la casa donde vivía con su hermana. Eran las cinco de la mañana y unos minutos.
Avisó a su hermana que ya iban en camino. Mara no llegó a casa y, horas después, su hermana denunció su desaparición. Las autoridades entrevistaron al conductor de Cabify, identificado como Ricardo Alexis Díaz, de 21 años. Una semana después, el cuerpo de Mara fue localizado, tirado en una barranca en el municipio de Xonacatepec, Puebla.
La Fiscalía de Puebla ha reportado que Mara se durmió en el taxi y Díaz la llevó a un motel, donde la violó y golpeó. Murió por estrangulación. Díaz enfrentará cargos de feminicidio, violación y privación ilegal de la libertad.
El caso de Mara, y un caso de violación sucedido el año pasado, indica que no podemos confiar en esta apariencia de seguridad a la hora de movernos por la ciudad. “Avísame cuando llegues a casa”, es algo que no podemos dejar de decir entre nosotras. No importa si vayas en metro, en bus, en bicicleta o en Uber, siempre lo decimos. Lo digo a mis amigas periodistas y activistas. Lo digo a mis amigas ciclistas que tienen que cuidarse de los automovilistas. En realidad, lo digo a todas mis amigas, porque todas son mujeres en México y sabemos que cualquier cosa puede pasar en nuestro recorrido a la casa.
Tan fuerte es la cultura de violencia que muchos salieron en las redes y los medios a culpar Mara por su propio feminicidio. Por ejemplo, el periodista poblano Rueda Sánchez de la Vega dijo en una transmisión en vivo “es una desgracia lo que ocurre, pero tampoco podemos pasar por alto el descuido de ella”.
“El descuido” es ser mujer en México, ir a un bar y confiar que el taxista no te va a matar.
El asesinato de Mara indica que Cabify y otras plataformas de transporte no son una panacea para las mujeres. Para nosotras, todos los medios de transporte tienen riesgos.
En mayo, un video de seguridad este mayo mostró un taxista agrediendo una niña en la delegación Tlalpan. En junio, un conductor de microbús en el municipio Nezahualcóyotl violó y asesinó una niña de once años, a cuadras de su casa. La ciclista Enid Yoselin García, 23, murió arrollada el mismo mes, por una revolvedora de cemento. Además, el acoso callejero es constante, en buses, en metro, caminando o en bicicleta.
La violencia hacia mujeres en medios de transporte es un síntoma de la impunidad en México. En todo el país, siete mujeres son asesinadas al día. Por cada Mara que sale en los medios, hay muchas más que mueren en el olvido.
Hay miles de desapariciones de mujeres, la mayoría nunca son rotundamente investigadas. En Puebla, existe una Alerta de Violencia de Género. Según la Fiscalía, en los primeros seis meses del año, se reportaron 249 desapariciones de mujeres en el estado, y en lo que va del año han registrado 59 feminicidios.
Cabify México publicó varias declaraciones en su cuenta de Twitter sobre su colaboración en la investigación. Sin embargo, el día 15 cuando fue localizado el cuerpo, su mensaje leyó “lamentamos profundamente el fallecimiento de Fernanda Mara”.
En las redes, muchas personas señalaron que la palabra 'fallecimiento' normaliza el crimen.
Cabify lamenta el asesinato (al día siguiente pidieron disculpas por “haber usado la palabra incorrecta”), pero ha defendido sus protocolos para aprobar conductores. Todos los interesados en trabajar en Cabify tienen que entregar comprobantes de domicilio, identificación oficial con fotografía, tarjeta de circulación, licencia de conducir, seguro y factura del vehículo, exámenes psicométricos y toxicológicos, y tienen que hacer un curso presencial. Cabify asegura que Díaz presentó una constancia de antecedentes penales.
Sin embargo, el caso ha revelado huecos en los filtros de seguridad. Díaz, el conductor, fue dado de baja en la plataforma de Uber en mayo de este año, según un representante de Uber México, “por incurrir en comportamientos que van en contra de nuestros protocolos de seguridad para los s y la aplicación”.
Aunque sean competidores, las plataformas de Uber, Cabify, Yaxi, EasyTaxi y otras deben compartir información sobre el comportamiento de sus conductores, para que un conductor despedido por comportamientos inadecuados no encuentre refugio en otra empresa de ride-sharing.
El asesinato de Mara destapó la rabia de mujeres alrededor del país. En la Ciudad de México y Puebla, miles marcharon para exigir la seguridad de ellas mismas.
Como periodista, tomo medidas de seguridad si estoy reportando en Tijuana o Tapachula, pero también cuando estoy haciendo entrevistas a cuadras de mi casa en la Ciudad de México. Tengo el hábito de tomar fotografías de las placas de los autobuses cuando estoy viajando o hacer una llamada cuando subo a un taxi, para que el conductor sepa que alguien está pendiente de mí. Prefiero usar mi bicicleta y moverme más rápido e independientemente que depender de los taxistas o el transporte público. Tengo amigas ciclistas que cargan una cadena en la mano en la noche, para reaccionar rápido a agresores.
¿Pero estos son hábitos que todas las mujeres mexicanas deberían replicar? He tomado un curso de seguridad para periodistas en zonas de conflicto, ¿quién ofrece el curso para mujeres en zonas de machismo?
Ya no es cuestión de cómo hacer más seguros los taxis, o el metro, o los buses, sino como hacer que los hombres dejen de violentar a las mujeres. Ir de la escuela a tu casa, o regresar en la noche de un bar, no debería poner en riesgo tu vida.
La culpa no solo es con Cabify, pero la empresa dio la oportunidad a una persona que había sido expulsado de otra empresa de volver a tener o directo con clientes, que frecuentemente son mujeres jóvenes. No solo los conductores de Uber y Cabify, sino también del transporte público y concesionado deben pasar por filtros de seguridad. Son oficios dominados por hombres; quizás con más mujeres manejando taxis o autobuses, habría menos agresiones.
Pero todos los días las mujeres siguen enfrentando el dilema de como trasladarse sin arriesgarse. Cabify va a explorar la opción de instalar un ‘botón de pánico’ en su aplicación. Otras mujeres han descargado aplicaciones que permiten a un o de confianza tener a su ubicación en cualquier momento. Una de estas aplicaciones es ‘ Women Fight Back’, creada en Bombay, India, que también permite a las mujeres mandar mensajes instantáneos cuando hay una emergencia.
La aplicación mexicana ‘ Laudrive’ ha visto un auge en suscritores en las últimas semanas. En esta empresa de todos los conductores son mujeres y exclusivamente mujeres pueden usar el servicio.
Una amiga, medio bromeando, dijo que todas deberíamos implantar un chip de geolocalización.
Pero, más que nada, las mujeres mexicanas están recurriendo a redes solidarias. En Facebook, un mensaje se volvió viral después del asesinato de Mara. Mujeres lo publicaron, invitando a sus amigas de arlas si les complica llegar a casa y necesitan un lugar donde quedarse. “Es mejor quitarnos la pena que permitir que les quiten la vida”, termina el mensaje.
El caso de Mara deja claro que no podemos confiar que una aplicación va a cuidar de nosotras. Es urgente compartir conocimientos y hacer redes para hacer más seguros nuestros recorridos. Y, mientras tanto, las autoridades mexicanas tienen que mandar un mensaje claro que el feminicidio o la desaparición de cualquier mujer serán investigados hasta la última pista.