Las creativas ideas para crear minibibliotecas de barrio

Cierra tus ojos por un momento e imagina algo llamado 'Queso de libros'. No se trata de una barra de queso cheddar que luce como un libro de tapa blanda: es una propuesta de diseño recibida por el jurado de un concurso que desafía la infraestructura tradicional de la biblioteca. Dicho esto, ¿Quién dijo que no se podía hallar inspiración en un queso?
En colaboración con la organización sin fines de lucro Little Free Library (pequeña bibioteca libre) y el Instituto Norteamericano de Arquitectos en San Francisco, la editorial Chronicle Books lanzó una convocatoria para reinventar estas minibibliotecas comunitarias en todas sus formas y tamaños. El jurado estaba buscando diseños equipados con luces sensibles al movimiento, adaptados tanto a niños como a adultos.
En algunos casos, por ejemplo ofrecieron poder amarrar la correa de tu perro a la estructura.
Con 300 propuestas de 40 países, los istas tuvieron a multitud de conceptos. 'Queso de libros', una entrega de un equipo de la ciudad de Guangzhou, China, no obtuvo el primer lugar, pero fue reconocida como la “más peculiar”. No fue nada sorprendente para tratarse de un enorme arco de metal agujereado (y con repisas), que se asemeja bastante a un trozo de queso suizo.

El 'Queso de Libros' (Xi Tan, Qian Sun, Xiaojing Zhang, Yan Li/Guangzhou City, China)
El primer lugar recayó en Bartosz Bochnyski. Acertadamente llamado ' Owlie', la biblioteca no es más que un búho de cuatro pies de alto, el cual puede almacenar unos 40 libros. Puntos adicionales: los ojos del animal además funcionan como luces LED para lecturas nocturnas.

Owlie, el vencedor del concurso (Bartosz Bochynski, FUTUMATA /London).
La organización Little Free Library tuvo sus orígenes en 2009. Desde entonces, el movimiento que inspira se ha esparcido a todo el mundo. El modelo 'toma un libro, deja un libro' aspira a hacer de este un objeto cada vez más al alcance de todos (y de manera gratuita). A menudo, las bibliotecas son simples cajones de madera, aunque pueden tornarse más extravagantes: echa un vistazo a este robot o esta dona en zancos.

El diseño de Aleksandra Ostapiuk.

La propuesta de Aoife Marnane, en Irlanda.
En esta oportunidad, los participantes fueron bastante creativos. Uno imaginó una biblioteca con espacios para estacionar bicicletas; otro concibió una serie de bancos pequeños que funcionaran, a su vez, como enganches para las correas de los perros.
Con presencia en más de 50,000 barrios de unos 70 países, la Little Free Library ha logrado que las comunidades experimenten con disímiles vías para promover la alfabetización. ¿Por qué no sacar el máximo partido, también, de estos diseños?
Este artículo fue publicado originalmente en inglés en CityLab.com.