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Estudiantes latinos son los nuevos afectados por la segregación de escuelas en el sur de EEUU

La matrícula de hispanos ha crecido fuertemente en esta zona y un 42% de estos jóvenes están asistiendo a instituciones fuertemente segregadas.
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5 Jun 2017 – 11:40 AM EDT
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El estudio analizó los estados de Alabama, Arkansas, Florida, Georgia, Louisiana, Mississippi, Carolina del Norte, Carolina del Sur, Tennessee, Texas y Virginia. Crédito: Rhona Wise/AFP/Getty Images

El pasado mes, una juez federal en Birmingham, Alabama, estableció que el barrio periférico de Gardendale, predominantemente blanco, podrá organizar su propio distrito escolar, separándose del mucho más diverso distrito del condado de Jefferson. El plan de Gardendale, declaró la juez Madeline Haikala, estuvo racialmente motivado: de hecho, la magistrada dijo que “ofende la dignidad de los alumnos de raza negra”. Sin embargo, aprobó la separación. U.W. Clemon, quien representó a los demandantes de color en el caso, dijo al Washington Post que la resolución daña más de 50 años de esfuerzos dirigidos a la integración.

La decisión generó titulares a nivel nacional, pero no se trata de algo aislado: forma parte de un patrón más amplio de vuelta a la segregación racial en el Sur del país, región que solía jactarse de contar con las escuelas más ‘integradas’ de la nación. Resoluciones e imposiciones federales iniciadas una década después de la decisión, en 1954, por parte de la Corte Suprema, y con respecto al célebre Caso Brown contra el Consejo de Educación, pavimentaron el camino para este formidable logro social. ¿Resultado? Para 1980, la cantidad de estudiantes negros sureños en ‘escuelas intensamente segregadas’ –aquellas en que los estudiantes de color comprenden el 90% ó más del alumnado– había disminuido desde un 80% hasta un 23%.

Pero, desde entonces, numerosas decisiones de la Corte Suprema han socavado tal integración, creando condiciones para que los barrios periféricos sacrifiquen el proceso de desegregación, y empoderando a las cortes locales para interrumpir planes afines allí donde consideren que los distritos escolares han cumplido, digamos, con las cuotas necesarias de integración.

Hoy día, el porcentaje de educandos de raza negra en escuelas intensamente segregadas del Sur está aumentando: más de 1 por cada 3 (un 35.8%) asiste ahora a tales escuelas. La pasada semana, el Proyecto por los Derechos Civiles en la Universidad de California en Los Ángeles, y el Centro para la Educación y los Derechos Civiles en la Universidad Estatal de Pennsylvania publicaron un informe examinando el estado de la segregación en las escuelas sureñas, el cual detalla estas y otras estadísticas extraídas de los más recientes datos federales. Los estados analizados son Alabama, Arkansas, Florida, Georgia, Louisiana, Mississippi, Carolina del Norte, Carolina del Sur, Tennessee, Texas y Virginia.

Una conclusión que enfatizó el informe es que la segregación de las escuelas sureñas no solo va de diferencias entre alumnos blancos y negros: la matrícula de latinos es ya de un 27%. Por su parte, hay 2 blancos por cada 5 educandos (42.6%), en contraposición con 1970, cuando eran 2 de cada 3.

Asimismo, el informe deja entrever que los estudiantes latinos tienen una probabilidad mayor de experimentar la segregación que los de raza negra, con casi un 42% asistiendo a escuelas fuertemente segregadas. Esto se debe en gran medida a que las iniciativas de desegregación se concentraron en estudiantes negros. “Algunos casos de desegregación en los setentas se desarrollaron y se implementaron antes de que las cortes federales reconocieran oficialmente que los latinos tenían los mismos derechos, o de que el número de estos no era aún muy grande”, sostiene Erica Frankenberg, coautora del informe y profesora de la Universidad de Pensilvania.

Juntos, los estudiantes latinos y de raza negra experimentaron una intensa segregación racial y económica. “Como promedio”, el informe acota, “los estudiantes negros, latinos y de bajos ingresos van a escuelas en que los educandos de bajos ingresos componen el 70% de la matrícula”. El estudiante blanco típico asiste a una escuela donde menos de un 50% de los educandos es de bajos ingresos.

La investigación deja claro que la segregación, tanto por raza como por nivel económico (pobreza), deriva en oportunidades y resultados menos promisorios para los estudiantes. Y los beneficios simplemente no son para los estudiantes de color: Los alumnos blancos también se benefician más de la diversidad en el aula.

Pero, ¿qué ha condicionado este repunte de la segregación? Por ejemplo, la división de los distritos escolares, como en el caso de Gardendale. Una razón fundamental para que el Sur deviniera menos segregado que otras regiones fue que tenía distritos escolares istrados por el condado, los que eran más fáciles de integrar: los estudiantes eran sencillamente asignados a distintas escuelas dentro del mismo distrito. Pero cuando una comunidad dentro de ese distrito –típicamente más blanca y próspera– se divide y organiza su propio distrito escolar dentro de un condado, práctica cada vez más común, las escuelas devienen más segregadas porque existe poca mezcla entre distritos.

Otro componente de la resegregación son las escuelas subvencionadas (conocidas en EEUU como charter). Si bien solo un 4.4% de los estudiantes en los estados del sur actualmente asiste a este tipo de escuelas, la inscripción se ha cuadruplicado en la pasada década, aventajando el incremento de estas escuelas en el resto del país y ahondando la segregación. Los estudiantes latinos y de raza negra registran, de manera desproporcionada, más matrículas en escuelas subvencionadas. “Los estudiantes negros y latinos en escuelas subvencionadas del Sur tienen relativamente poco o con estudiantes blancos”, refiere Frankenberg.

Y, pese a que durante la última década la nación ha visto una disminución de las escuelas privadas, que son abrumadoramente para blancos, este declive es menos pronunciado en el Sur. El incremento de escuelas subvencionadas más segregadas, aparejado a la persistencia de las escuelas privadas, son factores que están contribuyendo a retroceder en el camino ya transitado en materia de integración, en particular en los sesentas y setentas.

Está claro que no es muy probable que las entidades federales fomenten la desegregación como lo hicieron alguna vez: desde la istración Clinton, el Departamento de Justicia ha declarado ‘uniformes’ a cientos de distritos escolares, esto significa que ahora son libres de supervisión federal en materia de integración. De ahí que los autores del informe se concentren en el control local: ellos instan a los programas de elección escolar a implementar metas, políticas y prácticas voluntarias para impulsar la diversidad, siguiendo los pasos de una ciudad como Louisville, Kentucky, la cual creó su propio plan para continuar con la integración, después de que la Corte Suprema estableciera en 2007 inconstitucional el hecho de utilizar la raza como factor decisivo en la asignación estudiantil.

Las escuelas subvencionadas, desde su punto de vista, deberían funcionar más a modo de escuelas especializadas, sin dejar de ser escuelas de elección que, como regla general, se orienten a lograr un ambiente escolar más diverso. Esto significaría la adopción de políticas como el transporte gratis para los alumnos. Frankenberg reconoce que tales cambios son difíciles para las escuelas subvencionadas, pues ellas son por lo general independientes de los distritos escolares. “Estas prácticas son costosas sin un distrito que contribuya a absorber algunos de los costos”, sostiene.

Los autores también recomiendan que los funcionarios estatales se opongan a la división de los distritos escolares que profundiza la segregación y crea enclaves de privilegio para los blancos. Frankenberg indica que la ley en Carolina del Norte, por ejemplo, ha incentivado históricamente la unión de los distritos escolares, antes que la escisión. Además, las políticas inmobiliarias deberían ubicar las residencias subsidiadas en distritos escolares de calidad. El condado de Montgomery, Maryland –un área próspera de buenas escuelas– practica tales políticas incluyentes, las cuales requieren que los planificadores construyan una porción de hogares para rentar o vender por debajo de los precios de mercado. Una cuidadosa consideración de las líneas de los distritos escolares puede evitar a su vez la resegregación masiva de las escuelas en barrios periféricos de la mayoría de las ciudades.

Por último, los autores aconsejan que el personal escolar sea adiestrado para manejar la diversidad de naturaleza triple de la región. “El Sur se ha convertido en una de las áreas más demográficamente complejas”, sentencia Frankenberg. “La integración tiene que dar cuenta de cada uno de los tres grupos”.

Este artículo fue publicado originalmente en inglés en CityLab.com.

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