Los estudiantes hispanos dejaron sus escuelas para protestar contra la remoción de DACA

Nancy Palacios no esperó el anuncio oficial del gobierno. Este martes a las 8:30 am, después de su primera clase, salió de la escuela y empezó a marchar hacia el centro de Denver. “Hay varios chicos que son dreamers acá y muchos no sabían de esto hasta hoy. Queríamos hacerles saber que estamos con ellos y que los vamos a apoyar”, dijo Palacios, estudiante de 17 años en el East High School.
Lo que ella hizo no fue un hecho aislado, sino parte de una masiva protesta en contra de la istración Trump y la decisión de revocar la Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA). La medida progresivamente irá quitando el permiso de trabajo y residencia a miles de jóvenes indocumentados, incluyendo varios de sus compañeros de escuela.
“Ellos están desilusionados, tristes, pero también ven el poder y la fuerza que tienen para seguir adelante”, dijo Palacios. “Eso nos inspira y ellos no se van a dejar vencer”. De hecho, con ella varios centenares de alumnos latinos -documentados e indocumentados- caminaron una hora hacia la plaza Tivoli, en Denver, donde se ubican sedes de tres universidades locales. A medida que iba avanzando por las calles, Palacios vio cómo otras filas de estudiantes iban saliendo de otras escuelas y sumándose a la masa. Lo sucedido era parte de un ‘ walkout’, una manifestación coordinada en Denver y otras ciudades del país.
“Este tipo de protesta es algo que ha estado en nuestra historia y que nosotros mismos les enseñamos a los otros estudiantes”, explica Palacios. Los ‘walkouts’ tienen su origen hace 49 años, cuando más de 15,000 estudiantes chicanos salieron de sus clases y protestaron en contra de la segregación racial y la inequidad que sufrían dentro de siete escuelas públicas en el este de Los Ángeles, en California.
En esa época, las políticas educacionales estaban focalizadas hacia la población angloparlante y no tomaban en consideración a la primera generación de estadounidenses hijos de padres mexicanos que, por un lado, hablaba español en su casa, pero se educaba en inglés. Esto había incidido en que las escuelas predominantemente hispanas tuvieran tasas de deserción cercanas a un 60%. Para alcanzar sus demandas, los primeros estudiantes que se unieron al movimiento dejaron de asistir a clases, organizaron marchas y se rebelaron contra el status quo que les prohibía –entre otras cosas– hablar en español o usar el baño durante la hora del almuerzo.
Así Estados Unidos vio como las paralizaciones y manifestaciones estudiantiles tomaban forma desde una comunidad que históricamente se sintió marginada e incapaz de protestar por lo que consideraban justo. En esta ocasión, lo sucedido en Denver se repitió en Illinois, Nuevo México y Arizona. Y no solo participaron estudiantes latinos, sino que también muchos de sus compañeros de otras raíces e incluso maestros (de hecho, en el distrito escolar de Phoenix hay más de 300 maestros beneficiarios de DACA que quedarán sin trabajo y en riesgo de deportación).
“Cuando nos enteramos de la noticia, nuestra directora lloraba y muchos de mis compañeros estaban tristes”, dice Azucena Castro, una estudiante de 17 años de la North High School, en Phoenix. “Pero a la fue vez muy emocionante y muy empoderador ver a todos los estudiantes salir a protestar con más de 107 grados de calor. Estoy muy orgullosa de haber ido estos cuatro años esta escuela”.
Este tipo de manifestaciones estudiantiles no solo son históricas, sino que han logrado resultados. En 1968, el walkout de Los Ángeles significó un punto de quiebre para los latinos en Estados Unidos: fue la primera movilización masiva de chicanos en el sur de California y posicionó a las demandas de la comunidad dentro de la opinión pública, entre ellas la contratación de más profesores hispanos y la inserción del español dentro del currículum. Desde ese entonces, los walkouts se han convertido en una forma cotidiana de protestar, especialmente dentro de la comunidad latina en Estados Unidos. Luego se ha repetido en distintos momementos y lugares: en 1994 se utilizaron para protestar contra un sistema que intentaba verificar la ciudadanía de las personas y evitar el a educación pública, salud y otros servicios por parte de indocumentados. En 2006, hubo walkouts en contra de la ley de inmigración que pretendía impulsar George W. Bush; y en 2009, en oposición a la ley SB1070 sobre inmigración de Arizona.
“Para mí el walkout es muy poderoso, hay una historia de estudiantes y aquí ellos son los que muestran que pueden decidir su futuro, pelear sus batallas, invitando a sus papás y a su comunidad”, explica Gabriela Hernández, quien fue parte de la organización de las protestas en Nuevo México y es parte de la organización NM Dream Team. “Esta es una oportunidad para unirse y para que la comunidad sepa que tiene un rol y pueden protegerse y lograr mucho más”.