La policía monitorea más los teléfonos de la gente pobre que de la rica

Louise Goldsberry, una enfermera de Florida, un día estaba lavando platos cuando miró por su ventana y vio a un hombre apuntando una pistola a su cara. Gritó, se tiró al piso y se fue gateando a su dormitorio para buscar su revólver. Ahí empezó un enfrentamiento con el hombre armado, quien terminó siendo un agente de la división de prófugos de los Alguaciles de Estados Unidos, agentes federales que son parte de la rama judicial del gobierno.
Goldsberry —quien no tenía vínculo absoluto con el sospechoso que los policías estaban buscando— eventualmente se rindió y la soltaron después. Los policías afirmaron que hicieron una redada en su departamento porque les habían dado un “soplo” sobre el complejo de departamentos. Pero según el sitio web Slate, la razón por la que el “soplo” era tan general era porque la policía solo había obtenido la localización aproximada del teléfono del sospechoso. Para obtenerla, habían usado un ‘Stingray’, es decir, un aparato rastreador de teléfonos móviles que se usa en la vigilancia policíaca.
Los Stingrays han ido propagándose silenciosamente desde el mundo de la seguridad nacional a la aplicación de leyes domésticas.
La historia de Goldberry ilustra el daño potencial de Stingrays que pocas veces se considera: más intercepciones policíacas para personas que terminan atrapadas en las emboscadas amplias que constituyen estas redes. Para entender mejor el alcance de esta vigilancia, CityLab creó un mapa de datos policíacos de tres ciudades grandes de Estados Unidos y halló que el peso de este modo de vigilancia no es compartido igualmente.
¿Cómo funciona la vigilancia de Stingrays?
Los rastreadores de móviles Stingray funcionan imitando torres celulares cercanas y así obligan a los móviles a conectarse con ellos. Extraen cada localización y número de cada teléfono junto con los números que se están marcando al hacer llamadas o enviar mensajes de texto salientes dentro de cierto radio. Los Stingrays también pueden capturar el contenido de mensajes de texto y llamadas, aunque algunos departamentos de policía han afirmado que no están usando sus dispositivos para hacer esto.
Los que abogan por las libertades civiles han criticado a los policías por usar rastreadores telefónicos Stingray para apoderarse de datos de localización de los móviles de sospechosos, a menudo sin una orden judicial o siquiera una divulgación en procedimientos judiciales posteriores que indican que en efecto se utilizó el dispositivo durante la investigación.
CityLab mapeó los registros policíacos de operaciones en Baltimore, Milwaukee y Tallahassee, usando datos obtenidos en investigaciones separadas conducidas por USA TODAY, el Centro para Derechos Humanos y Privacidad y la Unión de Libertades Civiles de Estados Unidos (ACLU por sus siglas en ingles). Tal como muestran los mapas debajo, los policías en estas comunidades casi unánimemente usan Stingrays en comunidades de minorías y de personas de bajos ingresos (estos mapas no incluyen todas las intercepciones policíacas con Stingrays en estas ciudades, ya que algunos datos sobre su uso no incluyeron los datos geográficos; esos datos no fueron mapeados).
Mapeando el uso de Stingrays en Baltimore
En Baltimore, Maryland, un 90% de los incidentes con Stingrays ocurrieron en grupos de bloques censales que en su mayoría no eran de la raza blanca y donde los residentes son abrumadoramente afroestadounidenses. Un 70% ocurrió en grupos de bloque censales en donde el ingreso medio anual era menos del ingreso medio anual de la ciudad —41,819 dólares— según los datos del censo de 2014.
Los puntos morados en el mapa abajo representan los 1,740 usos individuales de Stingrays por policías de Baltimore entre 2007 y 2014 que dieron como resultado la captura de un sospechoso y que pudieron ser localizados geográficamente. Los puntos que parecen ser más grandes representan usos múltiples de Stingray que están agrupados en o cerca de la misma localización.
El uso de Stingrays en Baltimore, Maryland (Frankie Dintino/CityLab).
La vasta mayoría de las áreas en donde más se emplean Stingrays se encuentran en los vecindarios más intensamente segregados de la ciudad donde no hay blancos (un 70% de la población blanca de Baltimore vive en grupos de bloques compuestos en su mayoría por blancos).
Esta disparidad racial marcada en cuanto a la vigilancia se vuelve particularmente clara cuando se examinan los vecindarios que son segregados racialmente pero que tienen ingresos y niveles de crimen más o menos comparables. Por ejemplo, en el lado noreste de Druid Hill Park están los barrios obreros históricamente blancos de Hampden y Woodberry. En el lado sudeste del parque está Reservoir Hill, el cual es mayormente afroestadounidense, al igual que Penn North, el vecindario que queda al oeste de Reservoir Hill.

El uso de Stingrays organizado por el desglose racial de los vecindarios de Baltimore. Las áreas más oscuras significan una baja densidad de población blanca (Frankie Dintino/CityLab).
Tanto Hampden-Woodberry y Reservoir Hill tienen cantidades significativas de residentes de bajos ingresos y no sorprende que robos y asaltos ocasionales ocurren en ambos. Sin embargo, los usos policíacos de Stingrays son mucho más concentrados en Reservoir Hill, el cual es mayormente de raza negra.

El uso de Stingrays desglosado por ingresos medios en vecindarios de Baltimore. Los tonos más oscuros indican densidades altas de residentes de bajos ingresos (Frankie Dintino/CityLab).
Recientemente los grupos de libertades civiles registraron una querella con la Comisión Federal de Comunicaciones. En esta se acusó que disparidades como ésta sugieren debido a que la vigilancia con Stingrays del Departamento de Policía de Baltimore es racialmente discriminatoria. Esta aseveración vino justo después del hallazgo reciente del Departamento de Justicia de que el Departamento de Policía de Baltimore regularmente viola los derechos civiles.
Mapeando el uso de Stingrays en Tallahassee
En Tallahassee, Florida, la vigilancia con Stingrays también parece emplearse de manera desproporcionada con residentes de bajos ingresos, particularmente en las comunidades no blancas (que mayormente consisten en afroestadounidenses).
De los 178 usos de Stingrays por policías locales en Tallahassee entre 2007 y 2014 que se pudieron mapear, un 53% ocurrieron en grupos de bloques censales donde mayoritariamente viven personas de color, a pesar de que dichos grupos sólo forman un 28% de la población total de la ciudad. Además, un 78% de estos usos ocurrieron dentro de grupos de bloques censales cuyos ingresos medio fue menos del ingreso medio familiar de Tallahassee, el cual fue 39,407 dólares, según los datos censales de 2014.
El uso de Stingrays en Tallahassee, Florida (Frankie Dintino/CityLab).
Mapeando el uso de Stingrays en Milwaukee
Las cifras de Milwaukee también muestran disparidades raciales aparentes en la vigilancia con Stingrays. Estos datos —que son de entre 2010 y 2015— se mapearon de manera diferente, ya que los usos de Stingrays sólo se pudieron geolocalizar por distrito policíaco en vez de por direcciones exactas. Los puntos de datos geolocalizados por fronteras de distritos policíacos obsoletos no fueron mapeados. El tamaño de los puntos varía según la frecuencia del uso de Stingrays por distrito.
El uso de Stingrays en Milwaukee, Wisconsin (Frankie Dintino/CityLab).
Al alternar entre los filtros de raza e ingreso en el mapa de Milwaukee, resulta claro que si bien los ingresos medio varían de manera significativa en la parte norteña de la ciudad (la cual es mayormente de raza negra), el uso de Stingrays se distribuye de manera más o menos pareja en estos vecindarios.

Estos distritos policíacos (cuyas poblaciones son mayormente de raza negra) en Milwaukee varían enormemente en cuanto a nivel de ingreso (los tonos más oscuros muestran la densidad de residentes de bajos ingresos), pero los Stingrays se usan en todos ellos (Frankie Dintino/CityLab).
En contraste, las concentraciones de población más ricas (y blancas, en su mayoría) se encuentran en los distritos policíacos uno y seis, los cuales experimentaron sólo un puñado de usos de Stingray, respectivamente.
GRÁFICO
El uso de Stingray y las violaciones de libertades civiles
En Baltimore, Tallahassee y Milwaukee, esta vigilancia desproporcionada con Stingrays significa que decenas de miles de personas en vecindarios de bajos ingresos y mayoritariamente de color tienen muchas más probabilidades de que la policía capture sus localizaciones y datos de llamadas, incluso si no se les sospecha de haber cometido un crimen. Tal como explica GammaGroup (un fabricante de Stingray) en un folleto: “operar [un Stingray] dentro de áreas activas y atestadas dará como resultado que muchos miles de identidades se adquirirán, la mayoría de las cuales no serán de interés o serán datos colaterales no deseados”.
Sin embargo, con frecuencia las agencias policíacas no han divulgado cómo se guardan los “datos colaterales no deseados” y cómo potencialmente se puede revisar, tal como han demostrado opiniones pasadas de los tribunales. Y a los críticos de estos dispositivos les preocupa que esta información se guardará y se organizará para crear listas de “presospechosos” cuando crímenes ocurran en áreas donde ya se han usado Stingrays para capturar datos.
“Si estás en un barrio particular, te vas a encontrar bastante con policías”, dice Matt Mitchell, un investigador sobre temas de seguridad de CryptoHarlem, una organización para la justicia racial. “Por lo tanto, debido a esto hay patrones que pueden establecerse entre personas y sospechosos que no están vinculados de ninguna manera. Está volviendo viral a la criminalidad”.
Estos datos ‘colaterales’ presentan problemas serios en cuanto a las libertades civiles, dice Tom Nolan, profesor adjunto de Criminología en Merrimack College y antiguo teniente en la policía de Boston. “Supón que estoy viendo un narcotraficante en una esquina y que luego capturamos datos de manera amplia para cientos de las personas que están en los alrededores. Y entonces, más adelante nos damos cuenta que hubo un incidente no relacionado allá también. (…) ¿Ahora tengo el derecho de acceder a esos datos, incluso si no teníamos prueba suficiente sobre ningunos de los individuos en particular?” .
“Tenemos que plantear la pregunta: ‘¿Qué estás haciendo con todos esos datos?’”, dice Malkia Cyril del Center for Media Justice. “No lo sabemos… y eso es parte del problema. (…) Pero dado el hecho de que ya tenemos disparidades raciales y construcción paralela en los casos policíacos usando Stingrays, tenemos que suponer que estos datos se podrían movilizar para poner a la gente bajo sospecha y en verdadero peligro”.
Nolan también señala que la policía también podría estar usando los caso de Stingrays como una excusa para “salir de pesca” de datos de la gente en áreas con mucha presencia policíaca. “¿Cómo se sabe que los policías no están operando los Stingrays constantemente en áreas ‘calientes’? (…) La traducción [de este término] es comunidades de gente de color”, dice Nolan. “La mentalidad policíaca es obtener todos los datos e información posible… sin importar lo que diga la Constitución”.
La movilización política en contra del secreto Stingray
Dada la discreción con la que los departamentos policíacos han usado esta tecnología, es difícil saber si están haciendo algo para abordar estas preocupaciones. Los departamentos de policía de Baltimore y Tallahassee se negaron a comentar para este artículo y el Departamento de Policía de Milwaukee no respondió a las solicitudes de CityLab para una entrevista. Las tres agencias también han firmado acuerdos de confidencialidad — los cuales son requeridos por la FBI— para mantener secreto su uso de Stingrays.
Por lo general, los líderes policíacos justifican la vigilancia con Stingrays al afirmar que los utilizan para “encontrar a los malos”, tal como argumentó James Comey —director de la FBI— en un evento de prensa el año pasado. Sin embargo, los datos sugieren que con frecuencia se usan los Stingrays para rastrear delincuentes de bajo nivel en lugar de los terroristas y secuestradores que los policías a veces señalan al justificar la adquisición de los dispositivos.
Entre 2007 y 2014, de todos los usos de Stingrays por parte de los departamentos policíacos de Baltimore y Tallahassee, un 49.8% y un 26.3%, respectivamente, estaban relacionados con casos de robo. De manera parecida, en Milwaukee entre 2010 y 2015, un 27.5% de los usos de Stingray por los policías locales tuvieron que ver con casos de robo. Cuando el uso de Stingrays condujo a la captura de un sospechoso en los casos de homicidio (ya sea tentativas de homicidio o homicidios como tales) durante estos mismos períodos, tales casos conformaron sólo un 13.9% del total de casos de la policía de Tallahassee, un 8.9% del total de casos de la policía de Milwaukee y un 12% del total de casos de la policía de Baltimore.
A pesar del uso incrementado de esta tecnología para los crímenes diarios, los departamentos policíacos en todas estas tres ciudades han querido ocultar sus rastreos con Stingrays. En marzo un tribunal de apelaciones del estado de Maryland regañó al departamento policíaco de Baltimore por no divulgar que usó Stingrays para rastrear a un sospecho y requirió que desde ahora en adelante la policía obtenga una orden judicial de prueba suficiente para rastrear teléfonos móviles. Los departamentos de policía de Milwaukee y Tallahassee también han sido criticados en años recientes por usar Stingrays sin órdenes judiciales y por no divulgar en los tribunales sus métodos de recopilar inteligencia.
En la actualidad los defensores públicos y activistas están exigiendo que la policía sea más transparente en cuanto a esta vigilancia y que también permitan al público a decidir cómo se van a usar estas herramientas.
John Sawicki —un abogado y experto forense que ha ayudado a los defensores públicos de Tallahassee con varios casos de Stingray— comparte las mismas preocupaciones. “No sé de ninguna circunstancia en Tallahassee en que la policía se ha presentado para decir ‘Oye, usamos un Stingray’. ¿Entonces cómo puedes impugnar un registro que nunca te enteraste que ocurrió?”, dice Sawicki. “Las áreas de bajos ingresos no tienen menos derechos al buen trabajo policíaco que los demás”.
En Septiembre una coalición conformada por varios grupos anunció un plan para lanzar un esfuerzo legislativo en once ciudades grandes de Estados Unidos para promover mayor transparencia y control comunitario sobre las herramientas de vigilancia de la policía, entre ellas los Stingrays. Los grupos de la coalición incluyen la ACLU (Unión de Libertades Civiles de los EEUU), la NAA (Asociación Nacional para el Avance de los Afroestadounidenses), Consejo de Relaciones Americanas-Islámicas y el Million Hoodies Movement for Justice (el Movimiento Un Millón de Hoodies para la Justicia).
Maurice Mitchell —organizador con el Movement for Black Lives— argumenta que el público general debe hacer más para escudriñar la vigilancia con Stingrays incluso si está mayormente limitado a comunidades de color por el momento.
“Dado que la población [vigilada] es tan marginal, jóvenes negros presuntamente involucrados en actividades criminales, la gente simplemente no valora la humanidad básica de esta gente lo suficiente para plantear preguntas sobre sus libertades civiles”, dice Mitchell. “Pero esto se trata de cómo los policías pueden introducir esta tecnología. Primero a la comunicad afroestadounidense… y luego a los demás”.
Este artículo fue publicado originalmente en inglés en CityLab.com.