Las representaciones del espectro autista en pantalla

En el presente de la era dorada de la televisión vive el antihéroe. Con la llegada de Tony Soprano se abrió el camino al hombre atormentado y así a mucha de la mejor ficción que se ha visto en años (perdón salas de cine). También en la nueva era de la pantalla chica se abrieron espacios para subvertir prejuicios y estereotipos de toda índole. Y es así como en los últimos años las series han hecho un esfuerzo por representar el espectro autista.
El grado de severidad varía. Comienza con Sheldon Cooper en The Big Bang Theory (los creadores de la serie han dicho que el personaje no es autista, pero el actor Jim Parsons ha dicho en varias ocasiones que tiene características de Asperger) y termina con Max Braverman en Parenthood (muchos expertos lo definen como el retrato más exacto, el creador del show, Jason Katims, tiene un hijo autista y utiliza además el consejo de expertos para tratar el tema) y entre medias están Temperance Brenan en Bones, Abed Nadir en Community, Sonya Cross en The Bridge... La televisión se ha llenado de representaciones en los últimos años, pero el cine no ha sido tan prolífico a la hora de retratar esta condición.
Hace casi tres décadas la cara del autismo para el público general era la de un Dustin Hoffman con una impresionante capacidad para los números. Rain Man (1988) fue la primera película conocida (y con estrellas en cartel) que abordó el tema. Opiniones sobre la representación del personaje de Raymond varían entre la alabanza y la crítica. Lo cierto es que Dustin Hoffman (así como la propia película, el director y el guion) se llevó el Oscar ese año y que a partir de ese momento Raymond pasó a residir en el inconsciente colectivo, para bien o para mal.
Claro, no es que en 30 años solo haya llegado Rain Man a la gran pantalla. Hay muchos más ejemplos, unos menos buenos que otros, unos más respetuosos que otros, unos menos conocidos que otros. Aquí tres que varían en forma, género e historia. Tres películas originales e interesantes, o por lo menos entretenidas.
Esta joya de animación casi desconocida para el gran público retrata una historia de amistad, de reconocimiento y de descubrimiento. La película australiana comienza cuando Mary (Bethaney Whitmore/Toni Colette), una niña que tiene problemas para hacer amigos toma una guía telefónica de Nueva York, elige un nombre cualquiera y le escribe una carta.
El destinatario es Max (Philip Seymour Hoffman), un hombre en sus cuarentas con síndrome de Asperger, un Aspie como le gusta llamarse. Igual que sus dos protagonistas la historia de esta amistad es excéntrica y cercana, tiene altibajos, malos y buenos momentos pero siempre vuelve a lo esencial: el cariño incondicional.
“No puedo entender cómo se considera impropio ser honesto. Tal vez por eso no tengo amigos”
Es, sin más calificativos, una comedia romántica. Así de claro. Pero, como una buena comedia romántica, no todo se trata de declaraciones de amor y cámaras lentas.
Adam es un ingeniero eléctrico con síndrome de Asperger que primero se hace amigo, y luego se enamora, de su vecina. La relación es tratada en la película no como un idílico cuento de hadas sino como una relación del mundo real: hay amor, hay problemas, hay peleas, hay reconciliaciones.
Los retos que impone la condición de Adam existen, pero nunca se representan de forma negativa. Hugh Dancy interpreta al protagonista (luego intepretaría otro personaje con síndrome de Asperger: Will en la serie Hannibal). Rose Byrne (Damages) interpreta a Beth.
“Mi cuento para niños favorito habla de un pequeño príncipe que llegó a La Tierra proveniente de un lejano asteroide. Conoce a un piloto que estrelló su avión en el desierto. El pequeño príncipe le enseña al piloto muchas cosas, pero más que todo le enseña sobre el amor. Mi padre siempre me dijo que era como el pequeño príncipe. Pero después de conocer a Adam me di cuenta de que siempre había sido el piloto”.
Este drama de Bollywood tiene, como sucede con la mayoría de las películas del imperio indio del cine, dos pequeños detalles: la duración (es larga) y una trama enrevesada.
Khan (Shah Rhuk Khan) es un hombre autista. Su historia tiene dos partes y las separa el 11 de septiembre de 2001. Primero se enamora y se casa. Luego del atentado es detenido como sospechoso de terrorismo y decide ir a conocer a Barack Obama.
Sí, la trama es algo descabellada pero la película es dulce. Más que hablar del autismo, el filme se centra más en la diferencia y cómo la maneja cada individuo.
Un apartado: la película tiene una advertencia al inicio que indica que los creadores se han tomado libertades en su representación del autismo y que con ello no pretenden ofender ni desinformar.
“Mi nombre es Khan y no soy un terrorista”.