"Yo pensaba que las carpas eran solo para ir a la playa": la ONU abre un campamento para migrantes venezolanos en Colombia

MAICAO, Colombia. - El mediodía acecha y decenas de migrantes y refugiados venezolanos reciben un almuerzo gratis de pasta con pollo en un campamento de la Naciones Unidas. La pequeña aldea de tiendas blancas, containers, y espacios públicos cubiertos con techos metálicos, resplandece bajo el ardiente sol del municipio colombiano de Maicao.
Dentro de las carpas, algunos de los migrantes que ya comieron descansan y se protegen del sol. Otros contemplan su suerte: "Yo antes pensaba que la carpas eran solo para ir a la playa", dice Zaimil Vega, una migrante de 31 años que no ha perdido su sentido del humor. "Ahora estas carpas nos salvan de dormir en la calle¨", añade.
El campamento, construido en marzo con la ayuda de ACNUR, la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados, es actualmente el hogar de 200 venezolanos que han huido de la crisis económica y política de su país.
Su construcción es un hito para Colombia, donde hasta hace poco las autoridades locales se habían negado a hacer este tipo de estructuras. Aunque los campamentos de refugiados son comunes en países de África y el Medio Oriente que reciben a miles de personas huyendo de guerras y hambrunas, en Colombia el gobierno nacional los había descartado hasta hace poco, diciendo que dificultan la integración socioeconómica de migrantes y refugiados.
Según Naciones Unidas, unas tres millones de personas se han ido de Venezuela desde 2015. Y, a medida que la crisis empeora, miles más están saliendo de su país improvisadamente, sin dinero para alquilar vivienda o familiares que los puedan albergar.
Y esto genera problemas para ciudades pequeñas como Maicao, que no cuentan con suficientes albergues para acomodar a personas desprotegidas.
En diciembre, las autoridades de esta ciudad fronteriza, ubicada a solo 15 minutos de Venezuela, le pidieron ayuda a ACNUR para albergar a los cientos de venezolanos que dormían en las calles de esta localidad.
1,500 venezolanos dormían en las calles
La solución propuesta por la agencia internacional fue un campamento de 4 hectáreas, que será construido en cuatro fases y podrá albergar alrededor de mil personas: “Las autoridades locales nos han pedido ayuda, porque su capacidad (de respuesta) ha sido rebasada”, explica Marco Rotunno, el jefe de comunicaciones de ACNUR, en esta región de Colombia.
Rotunno dice que en febrero su organización realizó un censo y encontró que unos 1,500 venezolanos dormían en las calles de Maicao o en asentamientos como parqueaderos, plazas de mercado y hasta galpones de gasolina.
El campamento de ACNUR por ahora no tiene la capacidad par albergar a todas estas personas, así que se le esta dando prioridad a los más vulnerables, como Zaimil Vega, que tiene tres meses de embarazo.
Vega y su pareja, Manuel Cánova, llegaron a Maicao el 2 de marzo desde el estado venezolano de Anzoátegui tratando de buscar algún trabajo que les ayudara a subsistir, pues en Venezuela sus ingresos ya no superaban los $10 al mes. Dicen que les toco dormir en la calle desde su segunda noche en la ciudad porque ya no les alcanzaba el dinero para alquilar una habitación.
A la semana de estar en Maicao, la pareja fue abordada por trabajadores sociales que les ayudaron a inscribirse en el campamento de la ONU: “Es bien duro en la calle, porque se pasa frio, y además tienes que cuidarte de gente que te quiere robar tus cosas”, dice Cánova. “Cuando hay mujeres embarazadas de por medio y niños de por medio es más difícil aún.”
Ahora la pareja trata de subsistir vendiendo bolsas de agua en las calles, que almacenan en unas cajas blancas de icopor. Tienen aproximadamente un mes para quedarse en el campamento, y aún no tienen claro qué harán después.
“Queremos estabilizarnos”, dice Cánova, que en Venezuela trabajaba como comerciante de comida, mientras que su compañera istraba una panadería.
Buscando qué hacer después del campamento
No son los únicos enfrentando la incertidumbre. David Pérez y su compañera Sicle Chacín viven en la carpa #11 con sus dos hijos.
Pérez, de 19 años, ha trabajado como vendedor informal de zapatos y ropa, pero dice que su familia vivía en la calle. Dormían en una hamaca, pues sus ingresos no eran suficientes para pagar alquiler: "No sé a dónde iremos después de salir de acá", dice Pérez. "Si la situación mejora en Venezuela volvemos, pero si no, tal vez nos toca volver a a la calle a seguir luchando".
ACNUR y las demás agencias encargadas del campamento intentan buscar estrategias “de salida” para los migrantes en el campamento, que incluyen apoyo con implementos de trabajo, o pasajes de bus para aquellos que quieran probar suerte en otras ciudades.
Pero estas estrategias apenas se están gestionando. Y por el momento muchos de los migrantes en el campamento seguirán dependiendo de la asistencia humanitaria que se les brinda.
Mientras tanto, el gobierno colombiano contempla la construcción de otros campamentos o estructuras, para albergar a los miles de venezolanos que se encuentran en condición vulnerable.
Según un documento publicado en noviembre por el Departamento de Planificación Nacional, ya han sido asignados fondos para construir cuatro albergues, conocidos como Centras de Atención Transitorios, con capacidad para 62,000 personas, en regiones fronterizas. El costo estimado será de $5 millones de dólares.
Rotunno dice que ACNUR estará dispuesto a ayudar a en donde el gobierno lo requiera. En Brasil, la agencia ya ha colaborado con 10 campamentos para migrantes y refugiados venezolanos.
“Las situacion de los desplazados venezolanos es bastante grave”, dice el funcionario de ACNUR. “Para nosotros es importante responder donde se presente la necesidad de ayuda".