Un cereal que en Walmart cuesta $3.64 en Caracas se vende por $10: los precios se disparan en una Venezuela dolarizada

CARACAS, Venezuela.- En los bodegones de Caracas, las tiendas de productos importados que están florenciendo en Venezuela al calor de la población que tiene a dólares, se pueden encontrar cajas de cereal Oreo de Post que en los Walmart de EEUU cuestan $3.64 por $10 o envases de 500 tabletas de aspirina Bayer que el negocio estadounidense venden a $19,75 por $34.
Los precios disparados de esos productos son un reflejo de las coimas que deben pagar los importadores en aduanas y del margen de ganancia que obtienen estos comercios al venderle a la capa de la población que tiene alto ingreso de la divisa extranjera en una Venezuela con una economía cada vez más dolarizada y donde la moneda estadounidense inició una veloz escalada tras un periodo de relativa pasividad.
El dólar inició una veloz escalada y en las últimas cuatro semanas la cotización oficial acumula un salto de 100% que agrava el mandatario Nicolás Maduro, el inicio de un período de “estabilidad, recuperación y prosperidad”.
La disparada del dólar eleva de manera instantánea el precio de una amplia gama de productos y servicios porque la economía depende en gran medida de las importaciones y por una dolarización de facto, donde la moneda estadounidense desplaza al bolívar como la unidad para fijar precios o realizar pagos.
Del mecánico al dentista, los precios en dólares
En Daka, una de las principales tiendas de electrodomésticos, los precios están en dólares. La vendedora explica que una licuadora modelo tradicional cuesta 70 dólares y las neveras están en un rango desde 390 hasta 2,490 dólares. Carlos Mendoza, quien tiene una tienda de repuestos para automóviles, dice que “un litro de aceite de motor cuesta 8 dólares, una batería 90 dólares y un caucho 80 dólares; las personas pueden pagar como quieran, en bolívares al tipo de cambio del día o en dólares en efectivo o transferencia”.
La tarifa de las consultas médicas también está en dólares. Santiago Fernández, odontólogo, indica que “si cobras en bolívares no sabes en realidad cuánto estás cobrando, tendrías que variar el costo todos los días; por eso una consulta cuesta el equivalente a 30 dólares, así se lo indico a mis pacientes”.
El empobrecimiento es automático. El 16 de julio, el tipo de cambio oficial cerró en 7,227 bolívares por dólar y el 16 de agosto culminó la jornada en 14,483 bolívares por dólar. El resultado es que el costo de una consulta con médicos como Santiago Fernández se disparó desde 217,000 bolívares hasta 434,000 bolívares en solo cuatro semanas.
La devaluación de la moneda se une a factores como la caída de la producción por las constantes fallas eléctricas o la falta de materia prima en las empresas y se convierte en una fuerza que también impacta alimentos básicos: la semana pasada el precio de un kilo de carne, el cartón de huevos y un kilo de jamón se elevó entre 30% y 40% en los mercados populares de Caracas, mientras que el salario mínimo, que ha pasado a ser meramente simbólico, se hundió al punto de que solo equivale a tres dólares.
El reciente impulso en los precios le añade velocidad a una inflación descontrolada: según la medición que realiza la Asamblea Nacional, de mayoría opositora pero único organismo que aporta cifras oficiales, en julio la inflación fue de 33.8%, diez puntos sobre el mes anterior, y en el año acumula un salto de 1,579%.
José Manuel Puente, economista y profesor en la Universidad de Oxford, considera que el dólar va a continuar la escalada en el corto y mediano plazo: “El Gobierno contuvo artificialmente al dólar durante un tiempo. Desde mi punto de vista el tipo de cambio de equilibrio tendría que ser el doble e incluso el triple del actual y por eso hay un gran espacio para que siga en aumento”.
Agrega que “a esta razón estructural se añaden causas coyunturales como que en las últimas semanas el Gobierno hizo pagos a contratistas y buena parte de los bolívares que inyectó terminaron alimentando la demanda de divisas. Además, la dolarización de facto hace que haya una mayor demanda de dólares porque ha crecido el uso de esta moneda en las transacciones”, explica José Manuel Puente.
Sin crédito
Para contener al dólar de manera artificial el Gobierno ha estrangulado al crédito, a fin de que no haya financiamiento para la compra de divisas.
Para cerrar el grifo del crédito, entre octubre de 2018 y febrero de este año, el Banco Central incrementó en seis oportunidades la proporción de los depósitos que las entidades financieras no pueden prestar y deben almacenar como reservas, al punto que actualmente las obliga a congelar 57% de todo el dinero que gestionan y la totalidad de las nuevas captaciones.
En vista de que disponen de menos fondos para prestar, los bancos han disminuido drásticamente el financiamiento a quienes quieren protegerse comprando dólares, pero también a las empresas que intentan producir, a los comercios y a las personas en general, estableciendo un límite bastante bajo a las tarjetas de crédito.
“Mi tarjeta de crédito es Platinum pero como no me han subido el límite durante seis meses y todo sube de precio hoy no sirve para nada, apenas puedo gastar 75 mil bolívares (cinco dólares), de casualidad sirve para dos entradas de cine”, dice Alexandra Martínez quien es diseñadora y vive con su único hijo.
El menor volumen de créditos y la devaluación han triturado al sistema financiero venezolano. De acuerdo con las cifras de la firma Global Scope, al cierre de abril de este año, el portafolio de créditos de la banca venezolana al tipo de cambio oficial equivalía a 337 millones de dólares, mientras que el del sistema financiero ecuatoriano se ubicaba en 30,540 millones de dólares.
El dólar sigue en alza, a pesar de la contracción del crédito, porque la istración de Nicolás Maduro crea dinero para cubrir sus gastos y gran parte de los fondos que inyecta a la economía termina dirigiéndose a la compra de dólares.
“La extrema sensibilidad del precio de la divisa a aumentos circunstanciales en la disponibilidad de bolívares en el mercado ponen en evidencia la fragilidad de esta costosa política (la contracción del crédito) que no ataca a la raíz del problema”, dice la firma Síntesis Financiera en su informe semanal.
José Manuel Puente indica que “la restricción de la liquidez ahogando el crédito se pagará con una profundización de la recesión. 2019 será el sexto año consecutivo de caída de la economía y, como hemos visto, no impide que el dólar siga aumentando”.
Más desiguales
De acuerdo con un estudio de Datanálisis, elaborado entre el 11 y el 18 de mayo, entre 35% y 40% de la población dispone de dólares gracias a remuneraciones, ahorros o el dinero que les envían familiares en el exterior; pero dentro del grupo existen distintos estratos: una pequeña capa en torno a 10% de la población que consume a placer y adquiere productos de lujo, una franja que se asemeja a la clase media y familias que emplean las divisas para gastos cotidianos.
La dolarización está exacerbando la desigualdad. Solo las familias que disponen de divisas son capaces de comprar un automóvil porque la industria automotriz está paralizada y los vehículos nuevos mayoritariamente son importados; la venta de inmuebles se realiza en dólares y prácticamente han desaparecido las pólizas de seguros para gastos médicos en moneda local.
En un entorno donde la hiperinflación dispara el costo en bolívares de los tratamientos médicos, las compañías de seguros han reducido al mínimo las pólizas de salud y la única opción para estar protegido es adquirir las pólizas en dólares que promocionan empresas como Best Doctors o Bupa.
En el caso de los electrodomésticos y otro grupo de bienes también es claro que quienes aún pueden adquirirlos son los que cuentan con ahorros o suficientes ingresos en divisas: un estudio de la firma Ecoanalítica elaborado en las siete ciudades de mayor población precisa que los venezolanos utilizan dólares para pagar el 93% de las veces que compran equipos electrónicos, celulares y computadoras; el 84% de las veces que adquieren electrodomésticos y el 72% de las veces que compran repuestos de vehículos.