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    "Si eres negro, presta atención": los consejos de supervivencia de tres jóvenes ante la intervención militar de Río de Janeiro

    La medida del presidente Michel Temer de poner al Ejército a cargo de la seguridad en Río de Janeiro ha generado preocupación en las comunidades más pobres del estado brasileño. En la última semana, un video de tres jóvenes con consejos para cuidarse de la policía ha sido compartido por decenas de miles de personas.
    25 Feb 2018 – 03:46 PM EST
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    La imagen de policías militares revisando las mochilas de niños con fusiles de guerra ha sido muy comentada esta semana en Brasil. Crédito: Antonio Lacerda / EFE

    SAO PAULO, Brasil. - Consejos. Advertencias. Eso es lo que más se escucha en las redes sociales de los Michel Temer anunció que el Ejército pasaría a hacerse cargo de la seguridad del estado y controlaría a la policía civil, la militar, bomberos e instituciones penitenciarias.


    • "No lleves un paraguas largo por si se confunde con un arma y te disparan".
    • "Informa a los amigos sobre los lugares a los que vas y avisa cuando llegues a casa".
    • "Si llevas un objeto caro, ten encima el recibo de compra para que no piensen que lo has robado".
    • "Si paran tu auto, pide permiso al militar para abrir la guantera y mostrar la documentación, en caso contrario podría pensar que vas a sacar una arma".
    • "No salgas a altas horas de la noche".
    • "Y si eres mujer, homosexual o transexual no vayas solo, siempre acompañado".

    Estas recomendaciones se escuchan en el vídeo “Intervención militar en Rio de Janeiro si eres negro” que publicaron el pasado fin de semana tres jóvenes negros para que los cariocas de su misma raza eviten ser detenidos o asesinados ahora que las Fuerzas Militares están a cargo de la ciudad.

    "Es triste tener que hacer este video, pero es altamente necesario porque sabemos que, a partir del momento en que empiece la intervención militar (en Río), quien sufrirá las consecuencias son las personas de las favelas. Quien sufre es el negro, el pobre, el afavelado", dijo el reportero y activista Edu Carvalho, uno de los tres protagonistas de la grabación, al periódico O Globo.


    Sólo hay que echar un vistazo rápido a los números para ver que el temor que vive esa comunidad en Río de Janeiro tiene sustento en los datos. Según el Instituto de Seguridad Pública de Brasil, el 85% de las víctimas asesinadas a manos de la policía carioca tienen un mismo perfil: jóvenes de entre 18 y 29 años, negros y de baja escolaridad.

    "Mi casa siempre ha sido un punto de guerra"

    Esa sensación de estar en el punto de mira de la policía es generalizada entre los habitantes de los barrios más pobres de Río de Janeiro. Renata Trajano tiene las paredes de su casa llenas de agujeros de bala. Vive desde hace veinte años en el Complejo del Alemán y no consigue recordar el número de veces que la Policía Militar o el propio Ejército han invadido su hogar. Una casa de ladrillo y cemento en lo alto del morro, con una terraza desde la que se ve el Parque Olímpico -ese espacio deportivo que apenas tuvo un mes y medio de gloria- y una panorámica que permite observar los recovecos del Complejo del Alemán, una de las favelas más violentas de Rio de Janeiro.

    “Mi terraza siempre ha sido un punto de guerra. Los uniformados llegan aquí, tiran mis muebles, asustan a mi familia, nos humillan y nos quedamos sin poder salir de casa hasta que dejan de pegar tiros”, dice entre cansada y con el automatismo de aquel que ya tiene pocas esperanzas.

    Trajano forma parte del colectivo Papo Reto, un grupo que, a través de las redes sociales y el móvil, informa sobre los abusos policiales y ofrece un parte diario de los tiroteos de la favela. Ella fue una de las primeras en publicar otra lista de consejos: “Por favor, en tiempo de intervención, no se olviden de salir de casa siempre con carné de identidad en regla, la cartera de trabajo, y el comprobante de residencia para entregarlo de inmediato a los militares”.

    Favelas como el Complejo del Alemán o el Complejo de La Maré ya saben lo que es vivir con el Ejército en la puerta de sus casas. En los últimos diez años, los militares han intervenido en trece ocasiones en la ciudad, pero siempre como apoyo a la policía, durante periodos cortos y nunca como máximos responsables.

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    Militares tomas las calles de Río de Janeiro ante aumento de violencia


    La comunidad de la Maré llegó a convivir con los hombres de verde 14 meses entre 2014 y 2015, una etapa en la que, según Amnistía Internacional, el número de muertos se disparó: “No tenemos la cifra exacta porque nunca la dieron, pero no había semana que no tuviéramos denuncia de algún asesinato cometido por los militares contra los civiles”, dicen fuentes de la ONG.

    Luego están los que sobrevivieron, como Vitor Santiago, que evitó la muerte pero quedó tetrapléjico tras recibir una bala en la espalda durante un control rutinario: “Estamos aterrorizados. Mi hijo ha vuelto a tener ataques de pánico. Él sabe mejor que nadie lo que significa que entren los militares”, afirma su madre, Irone Santiago.

    Entre sus múltiples significados, la entrada de los militares supone, por ejemplo, que Maria do Rosario da Silva (36 años) se piense dos veces si llevar a su hija al colegio en Vila Holanda (Complejo de la Maré) por miedo de encontrarse en medio de un fuego cruzado. Los que tienen la suerte de llegar a la escuela, la primera actividad por la que pasan antes de entrar en clase es la de revisar mochilas. Sucedió este miércoles en la favela Kelson’s, en la zona norte de la ciudad, donde los militares pusieron en fila a estudiantes de entre 7 y 12 años que mostraban sus pertenencias mientras las fuerzas del orden cargaban fusiles de guerra.

    La estampa del ejército revisando a los pequeños fue la foto más comentada de esta semana. “Estamos viviendo en un estado de sitio. Sólo hay que ver lo que han empezado a hacer en los colegios. Los vecinos tienen miedo de salir de sus casas, nuestras calles otra vez se llenan de tanques y armamento pesado en territorio civil, es nuestra mayor pesadilla”, decía Jailson de Souza, director del Observatorio de las Favelas al diario Folha de Sao Paulo.

    La Federación de Asociación de Favelas del Estado de Rio de Janeiro (Fafejr) fue la primera entidad en repudiar la decisión del presidente Temer: “Estamos hartos de que el estado solo mande a nuestras casas la fuerza bruta. La favela no es un área hostil sino un espacio lleno de hombres y mujeres trabajadores que luchan por ganarse el pan cada día”, aseguró.

    "Ver a los militares me da calma"

    Fuera de las comunidades más pobres, la medida tomada por el gobierno se ha recibido como un bálsamo. La istrativa Mariana Teixeira, de 29 años, la definía así: “Ver a los militares en la calle me da calma. Los traficantes no se atreverán a hacer nada contra ellos”, dice antes de entrar a su oficina en la céntrica Avenida Rio Branco. Silvana Aparecida, camarera en una panadería de la misma calle, también se muestra satisfecha: “No es lo ideal pero hemos llegado a una situación en la que solo los militares pueden hacer algo”.


    Las encuestas avalan estas declaraciones. La pesquisa que publicó Idea Big Data dos días después del anuncio de Temer señalaba que el 75% de los brasileños reconocía que la intervención militar podría mejorar la situación de violencia que vive el estado, pero a su vez un 81% itía que la medida no sería la solución definitiva al problema. Tras conocerse estas cifras, el Congreso votó este martes si aprobaba o no la propuesta del mandatario y, por primera vez en muchos meses, consiguió el apoyo mayoritario de diputados y senadores.

    Sorprendió que fuera precisamente una medida excepcional que no se veía desde la dictadura militar la que haya unido a ambos poderes que, con los ojos cerrados, han delegado en el Ejército el control absoluto de la Seguridad de un estado que no está ni entre los tres primeros más violentos del país, sino que ostenta el décimo lugar en ese ránking. Sin embargo, una encuesta del pasado mes de enero de Data Folha decía que el 75% de los cariocas señala la inseguridad como el principal problema del estado.

    En este sentido, diversos analistas juzgan la intervención militar como una medida electoralista de cara a los comicios de octubre que funcionaría como una cortina de humo para desviar la atención de reformas polémicas como la de las Pensiones que quiere aprobar el presidente Temer. El sociólogo de la Universidad Estatal de Rio de Janeiro (UERJ) y coordinador del Laboratorio de Análisis de la Violencia, Ignacio Cano, no lo duda: “Tenemos un Ejecutivo ahogado por escándalos de corrupción y que quiere aprobar reformas de austeridad a toda costa y se aprovecha de una sociedad asustada que en estos momentos aceptaría ejércitos de cualquier parte del mundo para sentirse segura”, nos dice.

    Para Cano, las medidas que ayudarían a mejorar la seguridad deberían basarse en apostar por grupos de investigación contra el crimen organizado y recuperar los recursos que le han arrebatado a esta área: “Antes que enviar tanques y militares, lo que debería hacer es garantizar el pago de las horas extras de los policías, la gasolina para que los coches puedan patrullar, darles condiciones saludables de trabajo a las fuerzas del orden que arriesgan su vida y están abandonados por el estado”, dice refiriéndose a la crisis económica que desde hace dos años afecta a Río de Janeiro y que ha dejado a sus servicios públicos en condiciones paupérrimas.

    Carta blanca a los militares

    A lo largo de la semana, los militares también manifestaron su preocupación por la responsabilidad que les otorgaban. El comandante del Ejército, el general Eduardo Villas Bôas, pidió “garantías jurídicas” para que sus soldados no fueran juzgados en ninguna ocasión por la justicia ordinaria y sólo por el Foro Militar: “Primero nos llaman para combatir a los traficantes, pero si luego uno de mis hombres mata en defensa propia después le incriminan judicialmente”. Además Villa Boas llegó a comparar la situación actual con la la dictadura militar: “Después no queremos que haya una Comisión de la Verdad y que nos acusen de cosas que no hemos hecho”, dijo en una entrevista en la televisión Globo.


    El coordinador del Laboratorio de Análisis de la Violencia, Ignacio Cano, subraya la contradicción del general: “Si los militares ahora son quienes se encargan de la seguridad pública, también deberán ser juzgados por la justicia pública. Si no quieren es bien porque no confían en la justicia brasileña o porque son conscientes de que pueden suceder muchos homicidios que se considerarían fuera de la ley y quieren estar protegidos”.

    De momento, la ley está de parte de las Fuerzas Armadas ya que el pasado mes de noviembre se aprobó una normativa que exime a los soldados de responder ante la justicia ordinaria por los asesinatos cometidos durante operaciones como las que se llevan a cabo en Rio de Janeiro: “Esa fue un primer señal de alarma que denunciamos desde la universidad de que la política se estaba militarizando”, insiste Cano.

    El Ejecutivo también se ha puesto de parte de los militares a la hora de facilitar al máximo su trabajo. Una de las medidas más polémicas que quiere implementar el ministro de Defensa, Raul Jungmann, es la de ofrecer al Ejército la posibilidad de llevar a cabo mandatos de búsqueda y detención colectivos. Esta medida significaría que estas órdenes no estarían destinadas a una dirección específica, sino que se podrían usar para entrar en la casa de cualquier habitante. “En la realidad urbanística de Río de Janeiro, muchas veces se hace la búsqueda en una casa pero el bandido se traslada a otra que está cerca, por eso son más útiles los mandatos colectivos”, se justificó Jungmann.

    Juristas como el abogado criminalista Joao Francisco Neto y ONG como Human Rights Watch (HRW) han calificado esta decisión de “inconstitucional y de “grave violación a los derechos humanos”. Todavía no se sabe si terminará por llevarse a cabo ya que ha sido una de las propuestas que ha generado más revuelo tanto en el Ministerio Público como en la Procuraduría Genera de la República. Pero el ministro de Justicia, Torquato Jardim, que comparó lo que sucede en favelas con la guerra contra el terrorismo de Estados Unidos, ha demostrado que apuesta por la mano dura: “Tomaremos todas las medidas excepcionales necesarias para ganar esta guerra”, declaró al Correo Braziliense.

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