¿Podría México replicar el 'modelo Bukele' para abatir la narcoviolencia sin control? Esto opinan expertos
El esquema de combate a las pandillas empleado en El Salvador por el presidente Nayib Bukele ha ganado adeptos en la región, incluidos algunos sectores en México, por haber disminuido drásticamente los índices delictivos, en medio de críticas por violaciones a los derechos humanos.
Pero es verdad que sus métodos poco convencionales, y en muchos aspectos contrarios a los de un Estado demócratico, lograron reducir la tasa de homicidios de 106 por cada 100,000 habitantes en 2015 a 2.4 por cada 100,000 habitantes, según cifras oficiales. Para lograrlo, encarceló a miles de pandilleros, violando en muchos casos el debido proceso, y declaró un estado de excepción, pausando las garantías individuales.
Sin embargo, la drástica reducción en las tasas delictivas ha causado interés e incluso iración entre líderes de países con altos niveles de criminalidad y violencia. En su propio país, Bukele también ha mantenido altos niveles de popularidad.
En México, un país azotado por niveles históricos de violencia en los últimos años, durante las campañas presidenciales de junio, candidatos opositores propusieron replicar aspectos del llamado ‘modelo Bukele’ a través del endurecimiento de los castigos a los criminales. La principal candidata opositora, Xóchitl Gálvez, por ejemplo, planteó como una de sus principales propuestas la construcción de una “megacárcel”.
El presidente de Argentina, Javier Milei, ha hablado en varias ocasiones de su iración por el ‘modelo Bukele’, en particular por sus resultados en materia de seguridad y orden público.
Pero expertos consultados por Univision Noticias ofrecieron posturas encontradas sobre si era viable la aplicación de un esquema similar al implementado en la nación centroamericana de unos 6.4 millones de habitantes en México, con una población de casi 130 millones.
Las visiones encontradas sobre el ‘modelo Bukele” entre especialistas mexicanos
Alberto Guerrero, consultor especializado en política de seguridad, policía y justicia, dijo que las autoridades mexicanas podrían replicar los aspectos positivos del esquema, tomando en cuenta las diferencias entre las dinámicas de los grupos criminales mexicanos y salvadoreños.
“Tiene que ser un trabajo de observación, tanto jurídica, criminológica, antropológica, sociológica, psicológica, para saber si el modelo es pertinente en este país, qué podemos rescatar, qué podemos descartar”, dijo en entrevista.
Guerrero dijo que, sin embargo, deben tomarse en cuenta las diferencias entre El Salvador y México para rescatar los aspectos positivos del esquema salvadoreño, que ha sido duramente criticado por defensores de derechos humanos.
Dijo que, por ejemplo, primero las autoridades federales y estatales debían retomar el control del sistema penitenciario en México, que en gran medida está controlado por los mismos criminales.
“Primero debemos recuperar el control de esos centros penitenciarios y partir de ahí con la idea de un estudio previo para conocer el sistema de Bukele y saber si realmente se acota a la legislación”, dijo Guerrero.
El especialista, quien estuvo a cargo de la capacitación de policías en regiones de Michoacán, una entidad azotada por el crimen organizado, dijo que además los gobiernos debían acabar con la colusión entre el crimen y funcionarios para analizar un esquema similar al salvadoreño.
Dijo que, pese a las profundas diferencias entre las estructuras criminales mexicanas y las de las pandillas salvadoreñas, en México un “gran sector” de la sociedad favorece una propuesta de lucha contra el crimen como la aplicada por Bukele.
A partir de esa demanda ciudadana, diversos actores, como abogados y organizaciones de defensa de los derechos humanos, deben abrir un debate sobre la posible aplicación de un esquema como el salvadoreño.
Por separado, David Saucedo, consultor en políticas públicas y seguridad, dijo que por sus características antidemocráticas, el ‘modelo Bukele’ no debe considerarse en México.
“No se debe llegar nunca a esa vía”, dijo Saucedo. “Lo que tiene Bukele es un gobierno de derecha, de extrema derecha, y lo que él aplica son tácticas y estrategias autoritarias para combate al narcotráfico”.
Saucedo dijo que en un sistema democrático es “muy complicado” aplicar un esquema como el salvadoreño.
“Porque hay que respetar el debido proceso, hay que respetar el hábeas corpus, hay que respetar los derechos humanos de los delincuentes, no se pueden extinguir el dominio, la propiedad de los delincuentes sin un juicio previo”, declaró.
“Es decir, en democracia el combate a los poderes del narcotráfico es complejo. Todas las democracias en todo el mundo tienen esa misma dificultad”.
Por lo tanto, dijo Saucedo, “el camino de Bukele nunca será una ruta para México”.
Además, en El Salvador las pandillas no contaban con la sofisticación criminal que tienen los carteles mexicanos y que los convierte en un duro enemigo a vencer.
“En México no tenemos como tal carteles conformados por pandillas, tenemos grupos de macrocriminalidad que tienen anillos de protección política, policial, militar, tienen armas de grado militar, utilizan tácticas de narcoterrorismo, tienen esquemas de reclutamiento de jóvenes, tienen una capacidad financiera impresionante”, dijo el experto.
“Entonces, replicar el esquema Bukele en México lo veo complicado”.
En México, los carteles de la droga en muchos aspectos tienen una mayor capacidad que el Estado mismo, lo que no ocurría en El Salvador, expresó Saucedo.
“Los grupos del narcotráfico en El Salvador no tenían la misma fuerza que el Estado salvadoreño. El Estado salvadoreño todavía estaba por encima de las capacidades de los carteles”, dijo. “En México no es así. Ya los carteles tienen capacidades que están por encima de las capacidades del Estado mexicano”.
Trump es afín al modelo salvadoreño por ideología de “extrema derecha”, dicen expertos
Antes y después de su triunfo electoral en noviembre, Trump había alabado los métodos aplicados por Bukele contra el crimen.
Tres días después de haber asumido la presidencia, el 23 de enero, la Casa Blanca informó de una llamada entre Trump y Bukele en la que según un comunicado el republicano “elogió el liderazgo del presidente salvadoreño en la región y el ejemplo que da a otras naciones del hemisferio occidental”.
Esta semana, tras una visita del secretario de Estado Marco Rubio a El Salvador, Bukele ofreció al gobierno de Trump recibir en las cárceles salvadoreñas a inmigrantes deportados e incluso a ciudadanos estadounidenses sentenciados a prisión.
El acuerdo entre ambos países fue inmediatamente cuestionado por expertos legales al sostener que el gobierno estadounidense no tiene la facultad para deportar a sus propios ciudadanos y colocarlos en cárceles en el exterior.
Especialistas en seguridad y políticas públicas coincidieron en que la afinidad entre Trump y Bukele deriva de su ideología compartida de “extrema derecha”.
“Lo que hace Donald Trump, por ejemplo, es en efecto saltarse los principios de la democracia representativa y enarbolar algunos criterios de la extrema derecha norteamericana en materia de seguridad”, dijo Saucedo.
“Es decir, lo que tenemos en Estados Unidos es un gobierno de extrema derecha proclive a la mano dura. Y en El Salvador también hay un gobierno de derecha que también tiene rasgos autoritarios”.
Guerrero coincidió en que las coincidencias entre Trump y Bukele provienen de su inclinación a los sistemas “punitivos” más que de prevención.
“Esta visita de Marco Rubio a estos países obviamente señala una afinidad política impresionante con el sistema, un sistema punitivo, un sistema de persecución, un sistema que quizás no ha desarrollado primero su sistema judicial y sí en cambio su sistema de persecución”, declaró.
Los carteles de la droga dictan la política anticrimen en México, dice experto
Para acabar con la violencia sin control en México, que anualmente ha dejado más de 30,000 muertos en los últimos años, las autoridades deben estudiar a fondo la forma en la que se reorganizan los carteles y limpiar de corrupción a las agencias del gobierno.
“Desde hace tiempo los grupos de macrocriminalidad están un peldaño más arriba y veo más fácil a los carteles de la droga reorientando la situación en materia de seguridad que al gobierno mexicano y a Washington”, dijo Saucedo.
El especialista sostuvo que las agencias gubernamentales además deben poner énfasis en entender la forma en la que operan los carteles para luego atacar sus estructuras.
“Normalmente en México analizamos la situación de inseguridad poniendo el énfasis y la atención en lo que hace el gobierno mexicano”, dijo.
“Me parece que desde hace tiempo tenemos que voltear el microscopio y analizar más bien lo que hacen los carteles de la droga, lo que se decide en los cuarteles del Cartel Jalisco de Nueva Generación, los cuarteles generales del Cartel de Sinaloa, de la Familia Michoacana y del Cartel del Golfo”.
Mientras eso no ocurra, los grupos criminales en México seguirán dictando lo que pase o no en materia de seguridad en el país.
“Es decir, yo considero que desde hace tiempo lo que ocurre o no ocurre en México en materia de seguridad ya no lo dicta el gobierno mexicano, ni siquiera Washington”, dijo.
“Todo lo que suceda en materia del narcoterrorismo, narcopolítica, guerras de cárteles, incremento de la producción, tráfico de personas, extorsión, todo lo que ocurre en materia de inseguridad no ocurre con base en las directrices del gobierno federal ni tampoco en las imposiciones de Washington”.
“Ocurre de acuerdo a los cálculos y a las directrices de los carteles de la droga”.
Además, en términos políticos, las propuestas que han recibido el respaldo ciudadano en México no han sido las de una política dura contra el crimen, sino la visión de “abrazos, no balazos” impulsada por el oficialista Movimiento Regeneración Nacional (Morena).
Esa política de no confrontación inició en el gobierno de Andrés Manuel López Obrador y ha sido continuada en gran medida por su sucesora, Claudia Sheinbaum, quien asumió el poder en octubre.
“Mientras Morena no tenga un costo electoral por el clima de inseguridad que hay en México, no habrá un incentivo para que tomen decisiones de fondo”, dijo. “Es un tema que nos preocupa a muchos, pero no políticamente les genera un desgaste”.
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