El avance a segunda vuelta de Duque y Petro profundiza la polarización en Colombia
BOGOTÁ, Colombia.- El avance a segunda vuelta de Iván Duque y Gustavo Petro en las elecciones presidenciales de Colombia confirman la polarización que vive el país, que se prepara para la batalla decisiva entre la derecha y la izquierda, un escenario inédito en su historia reciente. El nuevo inquilino del Palacio de Nariño se decidirá el 17 de junio, al no conseguir ningún candidato la mayoría de los votos este domingo.
Duque, candidato del partido Centro Democrático del expresidente Álvaro Uribe, ha ganado con el 39.14%. Ha sacado más de 2.7 millones de votos que Petro, en segunda posición con el 25.09% de los apoyos. Las pasiones y odios que despiertan ambos candidatos han posibilitado que este domingo se haya registrado la votación más alta en primera vuelta en la historia de la nación.
Iván Duque: en busca de alianzas
Para ganar en segunda vuelta Iván Duque necesitará abrazar apoyos más allá del uribismo y girar hacia el centro. Consciente de esto, en su primer discurso tras la victoria ha lanzado un guiño a sus rivales.
"Mis contendientes nunca han sido ni serán mis enemigos, les hago un llamado a construir un país para todos". De cada uno ha avalado varios temas: de Sergio Fajardo, la educación, la ética y la colaboración cívica; de Germán Vargas Lleras, la cultura, el deporte y la innovación, y de Humberto de La Calle, la salud y los derechos de las comunidades étnicas.
Ha hablado de seguridad, de defensa de los valores de la familia y de una apuesta por la paz sin impunidad, en referencia a los acuerdos firmados por el presidente Juan Manuel Santos con la guerrilla de las FARC a finales de 2016. Duque ha prometido cambiar los puntos más polémicos si llega al poder.
Entre vítores a su mentor Uribe, ha lanzado también un mensaje a su rival. "A Petro lo invito a que tengamos una campaña donde podamos debatir libremente nuestras diferencias. Que sean los colombianos quienes decidan en las urnas. Vamos a demostrar que la esperanza está por encima del odio de clases". Su mensaje es claro: Duque quiere representar la estabilidad frente a ese cambio incierto que promete Petro.
El público ha empezado entonces a corear: "¡Y no, y no, y no me da la gana, una dictadura como la cubana. ¡Y no, y no, y no me da la gana, una dictadura como la venezolana!". Las referencias desde el uribismo a la supuesta cercanía de Petro con el "castrochavismo" han sido constantes durante la campaña, aunque el candidato de izquierdas se ha desligado de ellas en repetidas ocasiones.
Gustavo Petro: un cambio histórico
Pese a quedar en segundo puesto, Gustavo Petro ya se considera "el primer líder progresista de Colombia". Frente a Duque, representan los dos extremos del arco político. "No son dos opciones cualquiera, cada una marca dos grandes derroteros históricos", ha dicho el candidato entre los vítores de sus seguidores más jóvenes la noche de este domingo.
Su discurso ha estado marcado por las líneas que ha repetido durante su programa: la lucha contra las elites que durante varias generaciones han liderado Colombia, su empeño por combatir la pobreza y la desigualdad.
"Matemáticamente hay un hecho: la ventaja de Duque ha disminuido en 10 puntos en estos últimos meses. Decían que éramos nosotros los que teníamos un techo y resulta que es al revés: Duque y Uribe parecen tener un techo. En cambio somos nosotros, las fuerzas libres de la ciudadanía, los que avanzamos con paso firme. Pueden tener la certeza de que vamos a vencer, se puede cambiar la historia de Colombia".
También sabe que sus 4.5 millones de votos no son suficientes para lograr la presidencia. El umbral para ganar las elecciones está cerca de los ocho millones de apoyos: en 2014 Santos necesitó 7.84 millones de votos para salir reelegido. "Nuestros votos son los de la juventud, los sectores excluidos y los de todos aquellos que quieren construir una sociedad equitativa para hacer crecer la clase media colombiana", dice.
¿A quién favorece la alta participación?
Esta vez las encuestas no fallaron como sucedió en Colombia durante el Plebiscito sobre los diálogos con las FARC en 2016, cuando nadie vaticinó la victoria del No. En un país acostumbrado a una abstención superior a la mitad del censo electoral (que suma más de 36 millones de votantes), la participación ha sido muy alta, por encima del 53% (19.6 millones), superando ampliamente los datos de primera vuelta en 2014, cuando apenas acudió el 40% a las urnas.
Esto ha beneficiado a Gustavo Petro, quien ha atraído a los votantes desencantados con la clase política y el sistema, liderando los resultados en las costas de Pacífico y el Caribe colombianos, además del departamento del Vaupés en la Amazonía, regiones donde la abstención y el compro de votos son una realidad.
La alta participación también ha favorecido a Sergio Fajardo, el candidato del centro, quien ha tenido un voto favorable en las grandes ciudades. No ha podido culminar la remontada de las últimas semanas y se ha quedado a menos de 300.000 votos de Petro. Su apoyo será fundamental en la segunda vuelta: suma más de 4.5 millones de seguidores.
Ha sido el más votado en la capital, Bogotá, y en Cali, la influyente capital del Valle de Cauca, la tercer urbe más poblada del país. Además ha tenido gran influencia en Antioquia, el departamento del interior donde ejerció como gobernador, liderando los votos en ciudades clave como el cinturón minero de Remedios y Segovia y con buenos resultados en Medellín, donde fue alcalde.
"Tenemos que cuidar a nuestro país y nuestra coalición. Hemos avanzado mucho. Son votos libres y construidos con entusiasmo. Por toda Colombia han surgido nuevos liderazgos que quieren honrar la política y que no son sinónimo de corrupción ni violencia", ha dicho el candidato tras conocer los resultados.
En un debate un par de días antes de las elecciones, Petro lanzó el guante y ofreció para segunda vuelta una alianza con Fajardo y Humberto De La Calle (el exjefe negociador del acuerdo de paz, que apenas ha sumado 400.000 votos) para liderar un gobierno de centro izquierda contra el uribismo.
Golpe a las maquinarias
El gran derrotado de las elecciones ha sido Germán Vargas Lleras, quien fue vicepresidente con el actual Gobierno de Juan Manuel Santos y que representa la herencia del santismo.
Su bajísimo resultado (7.28% de los votos) muestra dos hechos: uno, que Santos será uno de los presidentes con peor valoración cuando deje el puesto el 7 de agosto, y dos, la escasa influencia que han tenido las maquinarias en primera vuelta.
Con este término se conoce en Colombia la poderosa estructura de los partidos tradicionales que ejerce presión en las regiones para sumar votos por todas las vías, ya sean legales o ilegales. Distintos analistas en Colombia como Ariel Ávila, de la Fundación PARES, han señalado a Vargas Lleras como el "representante de la maquinaria".
En cualquier caso, sus más de 1.4 millones de votos jugarán un papel decisivo en segunda vuelta. La lógica dice que irán para Duque, el otro candidato que comparte con Vargas Lleras el espectro conservador. Sin embargo, las bases de Santos que estaban con él podrían negarse a apoyar al uribismo y acabar votando por Petro o, quizá la opción más probable, optar por el voto nulo.
Vargas Lleras ha lamentado los resultados al hablar con los medios este domingo pero no ha anunciado si va a apoyar a un candidato concreto en segunda vuelta. "Estas elecciones han sido el reflejo de la dura polarización que vive el país", se ha limitado a decir.
Como ya se adelantó en las elecciones al Congreso de marzo, los partidos tradicionales han sido los grandes derrotados, en especial el Liberal que ha arrastrado a De La Calle a un resultado muy bajo. "Lamento que la alianza con Fajardo no tuvo éxito", ha dicho. Y ha insistido en el eje principal de su campaña: la defensa del proceso de paz. Es un mensaje dirigido contra Duque, el único que pretende modificarlo.
Ha sido una jornada histórica, las primeras presidenciales sin actos de violencia en más de medio siglo y la primera en la que han podido votar los líderes guerrilleros de las FARC tras dejar las armas. "Muy emocionante ejercer el voto por primera vez producto del camino que decidimos construir entre todos los colombianos", decía Rodrigo Londoño alias Timochenko.
Las voces más alarmistas habían advertido de disturbios en las calles si Gustavo Petro no ganaba, pero desde la Misión de Observación Electoral, una plataforma independiente de la sociedad civil que vigila las elecciones en Colombia, explican a Univision que ha sido una jornada "muy tranquila".
Alejandra Barrios, la directora del organismo, dice que los grupos armados ilegales (disidencias de las FARC, la guerrilla del ELN y clanes mafiosos del narcotráfico) no han influido en las regiones impidiendo el voto, como sí había sucedido otros años. Pero sí han registrado numerosas denuncias de fraude electoral, desde compra de votos hasta propaganda ilegal cerca de las urnas o la presión de grandes empresarios a sus empleados para votar por un candidato concreto.
Colombia ya se prepara para la votación decisiva del 17 de junio, donde está en juego no sólo el proceso de paz sino el modelo de país y el lugar que ocupará en la región. Este domingo muchos ciudadanos del centro se han quedado sin candidato y tendrán que elegir si dan su apoyo a la derecha de Duque o la izquierda de Petro. En ese espectro moderado del electorado estará la clave de la victoria.