Cuando la casa siempre está en otra parte: el documental que narra en dibujos las historias de los indocumentados en EEUU
‘Home is somewhere else’ (‘Mi casa está en otra parte’) es un documental que está hecho de tres historias animadas, contadas por las voces de sus protagonistas. Jasmine, Evelyn y Elizabeth y José Eduardo Aguilar son jóvenes indocumentados en Estados Unidos que en este filme rompen el silencio, el del mundo que los rodea y el suyo propio, y narran su historia, van al pasado, le dan forma a lo que han vivido y dejan que todo el que sea testigo de sus vivencias hechas dibujos alcance a vislumbrar desde la piel y el corazón cómo es la vida de los que no tienen papeles ni permiso para vivir en la tierra que llaman hogar.
“No solo somos historias animadas, no solo somos la carne detrás de las escenas, ni vidas censuradas, ni realidades de segunda mano. Mi gente y nuestras historias son tan reales como las mariposas en el estómago que todos hemos sentido alguna vez. Merecemos amor y ser amados allá o aquí, sin límites, sin incertidumbres y sin el miedo interminable. En esta tierra en donde la migración es crimen, en donde los papeles valen más que la gente, ¡conecta con tu humanidad y date cuenta de que no somos todos tan diferentes!”, le oímos decir en la cinta a José Eduardo Aguilar, también conocido como ‘El Deportee’, un joven de Utah que fue deportado a México y que, con su voz y su poesía en voz alta, con una cadencia única que juega entre el español y el inglés, se vuelve la voz narradora y conductora de estas tres historias. Una, la suya propia.
Carlos Hagerman y Jorge Villalobos codirigieron y produjeron este filme justamente con la intención de hacer “un cambio de narrativa”.
El filme, que es una historia coral, un mural de voces con diferentes estéticas visuales, justamente se enfoca en qué pasa con los migrantes cuando llegan a ese “paraíso prometido” y cómo es la experiencia de vivir indocumentado.
“Quizás ‘Home is somewhere else’ ayude en los procesos de reflexión y de entendimiento de lo importante que es que los inmigrantes cuenten su historia, casi como un ejercicio catártico en sí mismo, pero además esperamos llegar a los que están del otro lado y no están sensibilizados, a los que les parece que es una exageración que los inmigrantes reclamen sus derechos”, explica Jorge Villalobos que, convocando a varios de los y las protagonistas de la cinta, tiene la intención de llevar el documental a preparatorias, universidades, centros de detención e incluso a Capitol Hill, en Washington, para que también llegue a ojos de los políticos.
Contar las historias, para transformar las memorias
Esa función de catarsis, de historia que se cuenta para hacer un giro narrativo en la comprensión misma de lo que ha ocurrido, fue justamente la razón por la que José Eduardo Aguilar decidió participar en esta cinta.
“Yo también soy director de cine y tengo una posición sobre cómo se están narrando los relatos de los inmigrantes y quiero que haya un cambio en las narrativas. Yo no quería ser solo el sujeto de una historia y ya, pero cuando me contaron la intención de esta película, me di cuenta de que yo nunca hablo de mi infancia, y en mi poesía solo hablo de mi vida post deportation. Así que me pareció interesante volver a verme a mí y a mi hermano cuando éramos niños y cuando crecimos juntos en los bosques en Utah. Me imaginé vernos animados, en dibujos, y me pareció lindo, porque a él no lo he vuelto a ver a pesar de que somos muy cercanos”, cuenta Aguilar, a quien todos conocen como ‘Lalo’ y quien narra su historia en una edad muy diferente a las de las narradoras de las otras historias, logrando así mostrar estas vivencias en diferentes momentos vitales.
Esa intención de enaltecer y sacar a la luz las historias de los inmigrantes fue justamente lo que consiguió la película la primera vez que fue mostrada en público. Lejos de las audiencias más obvias, los directores lograron mostrar la cinta en una escuela de Estambul, Turquía, en una clase de inglés.
Querían ver si a miles de kilómetros, esas historias que habían contado tenían resonancia. Cuando terminó la película y un estudiante levantó la mano y contó cómo se sentía identificado porque era de Palestina y había dejado atrás su casa y su vida y se sentía extraño en el lugar en el que vivía, y luego, cuando lo secundó una joven iraní que narró el desarraigo de haber dejado sus costumbres atrás, los directores se dieron cuenta no solo de la universalidad de las experiencias y emociones que habían retratado, sino, sobre todo, de que su película podría convertirse verdaderamente en una herramienta de comunicación y de conversación.
La primera historia de ‘Home is somewhere else’, la de Jasmine, una niña que vive en Miami y que todo el tiempo, incluso en sueños, tiene el miedo de que deporten a sus padres, fue ilustrada con un estilo inspirado en los propios dibujos que hizo la pequeña, que encontró con las crayolas una forma más fácil de contar lo que sentía.
La segunda historia, la de dos hermanas que tejen su relación a través de las fronteras, fue ilustrada por la pintora y artista mexicana Aura Moreno Lagunes, quien hizo de la acuarela una forma bellísima de adentrarse en el corazón de Evelyn y Elizabeth. Finalmente, la historia de José Eduardo Aguilar fue inspirada en las novelas gráficas, con plastas de color más uniformes como las del cómic y fue recreada por Alonso Ross.
Estas son, como lo dice ‘El Deportee’ en la introducción de la película “tres historias entre millones. “Somos hijos, somos hijas, somos aquellos entre dos mundos, con la vida suspendida por momentos, en donde la casa siempre está somewhere else”.
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