Bukele se declara ganador de las presidenciales en El Salvador con resultados preliminares que le dan una amplia ventaja
El presidente de El Salvador, Nayib Bukele, se declaró ganador de las elecciones presidenciales del domingo antes de que se hubiera publicado ningún dato del conteo oficial y pese a los cuestionamientos por la prohibición constitucional a la reelección inmediata.
En un mensaje en X (antes Twitter), el mandatario salvadoreño aseguró haber cosechado una votación “récord” que, de acuerdo con sus números, superaba el 85% y le garantizaba 58 de 60 diputados en la Asamblea legislativa, un punto clave para mantener el régimen de excepción y su política de mano dura contra las pandillas.
Los resultados oficiales preliminares comenzaron a publicarse casi dos horas después y desde el inicio daban una amplia ventaja al partido del mandatario, Nuevas Ideas. Según la web del Tribunal Supremo Electoral, con más de un 31% del escrutinio Bukele tenía el 83% de los votos, una mayoría abrumadora y muy por delante del candidato del izquierdista Frente de Liberación Nacional Farabundo Martí, que tenía el 7%.
El presidente salvadoreño buscaba renovar su mandato por otros cinco años, hasta 2029, y revalidar su estrategia de seguridad pese a las críticas.
En ambiente de celebración, cientos de personas se reunieron tras el mensaje presidencial en la principal plaza de la capital salvadoreña con banderas, camisetas e incluso carteles con la figura de Bukele.
Un presidente "único y diferente"
Delya Rodríguez, de 31 años, se mostraba entusiasmada por los resultados."Me considero una fanática de Bukele, esta es la primera vez que soy una fanática de un partido", aseguró la mujer que tiene una granja de pollos y cree que los partidos tradicionales nunca han hecho nada a favor de personas como ella.
Sobre las críticas a Bukele, las ataja directamente: "Es un presidente único y diferente en la historia. Es histórico".
Horas antes, tras votar acompañado de su esposa, el mandatario defendió su política de mano dura contra la delincuencia y las pandillas. Animó a sus votantes a respaldar su proyecto para no perder ni un diputado en la Asamblea y así mantener “la herramienta que nos ha funcionado”, en referencia al régimen de excepción en el que permanece el país desde hace casi dos años.
Gran parte de la popularidad del presidente se debe a la lucha que inició en contra de las pandillas que azotaban a El Salvador. Desde hace casi dos años, el país vive bajo un régimen de excepción que se renueva mes a mes y que suspende derechos ciudadanos fundamentales, como el de tener derecho a un abogado o el de ser informado de los motivos de la detención.
Críticas a Bukele: "Una erosión de los derechos civiles"
Bajo ese contexto, más de 76,000 personas han sido encarceladas de las cuales el 90% está sin sentencia judicial, y aunque esa estrategia ha sido ampliamente cuestionada por organizaciones de derechos humanos, constituye los cimientos de la política de mano dura que Bukele planteó para luchar contra la delincuencia y las pandillas en sus últimos años de mandato.
Las organizaciones como Amnistía Internacional y Human Rights Watch denuncian arrestos arbitrarios, torturas y muertes en prisión. Unas 7,000 personas inocentes fueron liberadas, pero muchos siguen encarcelados sin poder comunicarse con sus familiares.
“El programa de Bukele para frenar el crimen ha provocado una erosión de los derechos civiles: decenas de miles de personas han sido detenidas en una ofensiva contra el crimen organizado y los encarcelados han sido sometidos a hacinamiento y presuntos abusos contra los derechos humanos, incluida la tortura", opina Mneesha Gellman, profesora asociada de ciencias políticas en el Emerson College .
Los críticos también señalan la ruptura de los controles y equilibrios democráticos en todo el gobierno desde que Bukele asumió el cargo por primera vez. Reemplazó a del poder judicial con aliados y se postula nuevamente para presidente a pesar de que la ley constitucional prohíbe un segundo mandato presidencial consecutivo.
Gellman opina que los salvadoreños debieron cuestionarse: "¿Vale la pena la seguridad a corto plazo que ofrece Bukele por el grave retroceso de la democracia que está teniendo lugar en El Salvador?".
Unos 6.2 millones de salvadoreños (740,000 en el exterior) estaban llamados a votar en estas elecciones vigiladas por miles de militares y policías, y por primera vez bajo estado de excepción desde que acabó la guerra civil en 1992.
"A partir de la información obtenida, se observa que existe un desarrollo relativamente normal de la jornada electoral en este 4 de febrero", indicó en su primer informe el consorcio de organizaciones y universidades privadas Observa El Salvador 2024.
Decenas de observadores electorales internacionales estuvieron presentes en muchos de los centros de votación, pero la mayoría evitó hacer comentarios sobre cómo transcurría el proceso. Betania Améndola, observadora del equipo hondureño desplegado para seguir los comicios, destacó el orden.
Bukele y la "especie de culto al gobernante"
El investigador Joao Picardo, de la Universidad Francisco Gavidia (UFG), destaca también el peso político que tiene el mandatario y afirma que “hay una descomunión entre la gente y los partidos políticos como estructura política”. Dice que los salvadoreños se han “vinculado más con la figura del presidente”.
Artiga afirma que “hay una especie de culto al gobernante por todos lados” y un ejemplo son las ventas de artesanías y mercadotecnia, donde predominan las representaciones con el rostro de Bukele.
Muy seguro de su reelección, el presidente más popular de América Latina, según una encuesta regional, ni siquiera pidió el voto para él, sino para su partido Nuevas Ideas, actualmente con la supermayoría en el Parlamento, a fin de no poner "riesgo la guerra contra las pandillas".
José Salvador Torres, un votante, afirmó estar satisfecho con la situación del país. “Ya voté, para cumplir, me voy tranquilo a esperar los resultados, aunque todos sabemos quién va a ganar”, dijo Torres, de 45 años, un obrero de la construcción que antes de ejercer el sufragio dijo: "Vengo a votar por mi presi”.
Milton Navarro, un hombre de 65 años, viajó desde Estados Unidos a El Salvador para emitir su voto. "Es fácil votar electrónicamente, pero es más bonito venir y presenciar a la gente. Es como una fiesta, y ser parte de ella es importante", afirmó.
Sus palabras y gestos sugirieron que votó por la reelección de Bukele, pero no lo dijo abiertamente. Al ser preguntado, señaló la gorra blanca que llevaba, similar a la que suele vestir el presidente salvadoreño.
"Se ve que Bukele ha mejorado la situación, especialmente la seguridad, eso es superimportante. Muchos critican el alza de los precios de la comida, pero eso es mundial, no solo acá. Pero sí, por la seguridad, él ha hecho bastante espero que siga así", dice este salvadoreño que abandonó el país en 1979, cuando la situación "empezaba a ponerse bastante fea por la guerra civil", dice Navarro.
La popularidad de Bukele fue apuntalada en el cambio en el ambiente de seguridad que, según encuestas de opinión ciudadana, se vive el país centroamericano.
En el pasado, El Salvador fue señalado como uno de los más violentos del mundo. Ahora, más del 80% de la población cree que la situación ha mejorado y, tal como contaron algunos votantes, nadie quiere que las pandillas vuelvan a recuperar espacios.
“Necesitamos seguir cambiando, transformando. Hemos vivido etapas de la vida muy duras la verdad. Yo como ciudadano he vivido etapas de la guerra, y con esta situación que vivimos con las pandillas (...) Ahora tenemos una oportunidad grande para nuestro país. Quiero que las generaciones que vienen vivan en un mundo mejor”, dijo José Dionisio Serrano, de 60 años, orgulloso de haber sido el primero de la fila, en una escuela convertida en centro de votación, en una zona antes controlada por pandillas.
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