Los papás y mamás no somos superhéroes

Es muy triste ver cómo, en momentos de dolor extremo y angustia, muchas personas optan por enviar mensajes en Twitter o Facebook dando cátedra de cómo vivir y reclamando a los padres que sean mejores en su trabajo o, que dejen de tener hijos.
Lo digo porque aún no salgo del asombro de que haya personas que sugieran que el accidente que ocurrió en un resort de Disney en Orlando, donde un tierno nene de dos años murió ahogado tras ser arrastrado por un cocodrilo enorme, es en parte culpa de los papás.
No quiero darle aquí el espacio a esas personas y reproducir sus mensajes de ‘shaming’, como le dicen en inglés. Es terrible lo que pasó y, en este caso, se trata de un accidente horrible.
Aunque la cantidad de tuits y post es muchísimo menor al caso del gorila (en el que cientos de personas firmaron una petición para que los padres del niño que cayó a la fosa sean castigados legalmente por 'negligencia'), sí hubo gente cuestionó a los padres de la criatura y sus acciones.
Esta semana también leí, llena de tristeza, el mensaje que la mamá de Ana Grace Márquez Greene, le escribió a las víctimas de Orlando. Ana murió en el tiroteo en Sandy Hook. En su mensaje, Nelba Márquez Greene le advirtió a los familiares de las víctimas que habrá gente que les ofrecerá mucho amor, pero también otros que los atacarán.
¿Cómo es posible ser tan cruel con alguien que acaba de perder un hijo o ha pasado por una situación tramáutica ? No lo comprendo.
Esta tendencia de todo el tiempo estar juzgando a los demás con un nickname en twitter es un acto despreciable. Es tan absurdo y pese a que pasa cada vez más seguido, me niego a aceptar como algo 'normal' de la era de social media.
Si no tenemos nada positivo para aportar, mejor callarse y respetar con silencio el dolor de los demás.
Los padres somos humanos y cuando nuestros hijos sufren, nosotros sufrimos. Y cuando los accidentes pasan, el corazón se nos destruye. Un segundo que los perdemos en el parque y nuestro mundo se paraliza. Pero no hay ningún padre que pueda proteger a sus hijos todo el tiempo. Aunque proteger a los hijos sea un instinto natural de los padres, y aunque pongamos un esfuerzo enorme en ello, no podemos prevenirlo todo. Ojalá fuera posible. Ojalá, se lo digo desde un lugar muy especial, porque soy una mamá super asustadizada, porque a veces la ansiedad y el miedo me mantienen sin dormir, con una angustia terrible y con lágrimas al borde de los ojos por muchos días. Y aún los padres más valientes (que no es mi caso) tienen sus días malos.
Porque los padres, a diferencia de cómo nos muestran los comerciales en los que todos sonrien, o las tarjetas de celebración que venden en los 'drugstores', no somos superhéroes, no podemos volar para rescatar a nuestros hijos, ni bloquearla la entrada al tipo que le rompió el corazón a nuestra hija, ni quitarles el dolor de estómago y la fiebre cuando se enferman.
No rompemos paredes con una trompada ni atravesamos puertas sin abrirlas, ni leemos la mente, ni podemos levantar un elefante ni un gorila de 400 libras.
No, hay días en los que nos cuesta salir de la cama, sentimos que la paciencia se nos acabó completamente y ni pensar en hacer la cena. Hay días en los que el viaje de regreso a casa se hace larguísimo, llegamos tarde a recoger a los chicos a la escuela, no le leemos el libro de cada noche o no los bañamos. Hay días en las que no le damos ‘sus veggies’ o no contamos si toman sus litros de agua necesarios. Hay días en los que parecieran que hacemos todo mal.
Pero se que aún en esos días ‘malos’ o no tan buenos, el amor por nuestros hijos no cambia, no disminuye, no se pierde. Se que aún en los días de berrinches y en las horas de brujas, hacemos todo lo posible para que nuestros hijos estén bien.
Hacemos lo que podemos. Ningún padre quiere ver a sus hijos sufrir, lastimarse, asustarse. Pero los papás no somos superhéroes. Hacemos lo que podemos.Y a veces, simplemente, no podemos.
Por eso, en estos días en la que el dolor y la tragedia nos llena la garganta de tristeza, nos da bronca el sinsentido y nos angustia el futuro, ¿por qué mejor no apoyarnos mutuamente en vez de atacarnos?
El amor y la compasión pueden sin, duda, ser esos superpoderes que necesitamos para seguir andando...