Soy afro, soy latino, crecí en Harlem y así conquisté las pasarelas de Nueva York

Lejos de su tierra negra, esa llamada Buenaventura, en Colombia, en donde los barcos estrechaban la inmensidad del mar, lejos, a Nueva York, se lo llevó su madre a los 13 años. A su patria nunca volvió y fue en las agitadas calles de Harlem, en Nueva York, en donde Edwing D’Angelo trazó su destino.
Fue allá en donde hizo ese primer vestido de Prom para su hermana que le haría darse cuenta de que algo muy poderoso palpitaba adentro: un fervor por las mujeres bien vestidas. Fue allá también en donde empezó a estudiar moda, en donde logró abrir en diferentes momentos de su vida cinco tiendas (que mantuvo y cerró apegado a los avatares de la vida) y en donde conquistó uno de los destinos más anhelados y distantes de la moda: el New York Fashion Week.
En Harlem aprendió además que era latino, pero que también era afro y eso, lejos de los desafíos que a muchos les representa en una sociedad de fuertes brotes racistas, le ayudó a ser acogido por una poderosa comunidad. “Los afroamericanos me hicieron parte de su comunidad, compartieron su poder conmigo y me hicieron orgulloso de mi origen”, cuenta el diseñador que solo pisó suelo colombiano hace un año cuando vino a Cartagena.
Fue ahí en su primer viaje a Colombia, a la Colombia negra y caribeña, que este diseñador entendió muchas cosas de sí mismo, que siendo inmigrante nunca había entendido. Fue también en ese viaje cuando se apasionó por la historia de Palenque, ese pueblo perdido en donde por primera vez en América los negros esclavos declararon su libertad y vivieron bajo sus reglas.
“Se reavivó dentro de mi un sentimiento muy fuerte. Toparme con la historia de Palenque fue rastrear mi propio linaje afro, y fue una profunda inspiración para mi trabajo como creador”, cuenta el diseñador que regresó un año después a Medellín a presentar su colección ‘Orígen’, en Colombiamoda, una, por supuesto, inspirada en ese pueblo que tejió en las trenzas de sus mujeres los mapas para lograr la libertad.
Su mayor desafío no fue traducir el movimiento del mar y de las caderas cadenciosas de las negras al bailar en vestidos que se bamboleaban sobre la pasarela, tampoco fue jugar con materiales naturales y crudos, su mayor reto fue sacudirse de esa multiplicidad de colores y texturas con la que se suele identificar lo afro. “Yo creo que es hora de que le sacudamos el folclor y el cliché a la moda que celebra nuestras raíces, por eso quise jugármela por colores más planos y contundentes”.
Edwing D’Angelo siente que su manera de entender el cuerpo femenino es más pertinente hora que nunca en un mundo que por fin reconoce las características de la raza negra como bellas. “Han tenido que pasar muchas décadas y muchas batallas estéticas para que los labios grandes, las caderas amplias, el pelo rizado y voluminoso de los afro sea finalmente reconocido no solo como algo lindo sino digno de imitar. En ese contexto siento que las tendencias más que nunca están jugando a mi favor”.
Su paso por Colombiamoda ha tenido también una misión importante y es visibilizar la necesidad de que más modelos, compradoras, periodistas e influencers afro estén en una feria que tan solo hace un par de años empezó a incluir activamente una diversidad racial.
Edwing D’Angelo sigue viviendo en Harlem y desde ahí inspira a los latinos que viven en Estados Unidos a construir prósperos sueños “a perseguir sueños que un día te permitan regresar a tu tierra a apostar y trasformar cosas”.