La infanta Cristina, hermana del rey de España, enfrenta el peor cumpleaños de su vida
La noticia llegó en el peor momento. Un día antes del cumpleaños de la Iñaki Urdangarin de cinco años y 10 meses, luego de su convicción el año pasado por un caso de corrupción, que sacudió la corona española.
Esta mañana del segundo martes de junio, Cristina de Borbón y Grecia abandonó el apartamento que la familia Urdangarin-Borbón ocupa en Ginebra cabizbaja y seria. Apenas hizo o con los fotógrafos que aguardaban su salida. Aunque dio los buenos días antes de subirse al carro que la esperaba, no respondió preguntas. Salió sola.
A horas de cumplir 53 años, el futuro de la hermana menor del rey Felipe y sus cuatro hijos: Juan (18), Pablo (17), Miguel (16) e Irene (13) luce incierto. Parece depender del destino penitenciario del exduque de Palma cuya fecha de ingreso a la cárcel todavía está pendiente. Luego de la decisión del Supremo, corresponde a la Audiencia de Palma ejecutar su sentencia.
Aunque la entrada a prisión del exbalonmanista español y cuñado del rey Felipe podría prolongarse según su estrategia legal. Urdangarin podría solicitar que la sentencia quede en suspenso hasta que se agoten todos los remedios legales a su disposición como presentar una apelación ante el Tribunal Constitucional o pedir un indulto. Pero eso significa que su futuro y el de su familia se encuentran en otras manos.
El diario digital El Español asegura que la infanta “ está destrozada”, mientras que El País señala que es “ una mujer rota”, que baraja diversos escenarios. Por ejemplo, la infanta debe decidir si se queda en Ginebra, donde trabaja para la Fundación la Caixa, coordinando los programas con agencias de la ONU o si muda la familia a Portugal. La fundación tiene una sede en este país y estaría más cerca de España en caso de que su marido sea encarcelado inmediatamente.
El País apunta que la infanta ha ponderado regresar a Madrid, pero que la capital española obligaría a sus hijos a estar bajo la atención mediática que evita porque le preocupa el daño que ese escrutinio tendría. Precisamente ese afán de proteger a sus herederos llevó a la pareja al exilio para evitarle malos ratos a sus hijos, quienes habían vivido algunos incidentes en el colegio luego que trascendió la investigación criminal sobre fraude fiscal y blanqueo de dinero que involucró a su padre y que conoció como el caso Nóos.
La situación de la infanta, quien también encaró acusaciones pero resultó absuelta, es difícil. Desde que estalló el caso Nóos, la familia real hace malabares para conciliar sus obligaciones oficiales y familiares. La Zarzuela despojó a Cristina de su título de duquesa de Palma y apartó a su marido de los actos oficiales desde el 12 de diciembre de 2011 cuando su nombre apareció implicado en el escándalo de corrupción junto a su antiguo socio Diego Torres Pérez. Desde el primer día, la infanta cerró filas con su marido, mientras crecía el inevitable distanciamiento con su familia.
Aunque el rey emérito Juan Carlos se ha mantenido alejado de su hija, continúa pagando los estudios de sus cuatro nietos, según El País. Y esa distancia y esas presiones tienen un precio. Allegados a la infanta temen por su salud y por el desánimo que la agobia.
Así que mientras Urdangarin se prepara para su condena, la infanta también toma medidas para vivir un tiempo en sombra y sola. Este martes, por lo menos, se anotó otra victoria. El Tribunal Supremo rebajó cinco meses a la condena original por los cargos de malversación, prevaricación, fraude a la istración, delitos fiscales y tráfico de influencia que enfrentó su marido. En su caso específico, redujo de 312,537 dólares (265,088 euros) a 161,511 dólares, la cifra que debe pagar por su responsabilidad civil en el caso.