En Tijuana son más de 1,600 asesinatos, pero en EEUU la extrema violencia del narco no se repite: ¿por qué?

LOS ÁNGELES, California.– El antiguo código que por años han respetado hasta los narcotraficantes más sanguinarios, el de no meterse con los familiares ajenos a su negocio ilícito, se rompió el 5 de agosto en el rancho 'La Sierrita', ubicado al este de Tijuana, en la frontera de California con México.
Ese día, sicarios irrumpieron en la propiedad para acribillar a la esposa y el hijo de 7 años de Jorge Humberto Acosta Gallegos, alias 'El Güero Leches', líder del cartel de Sinaloa en esa ciudad y quien se encuentra preso desde diciembre de 2015. Al niño y a su madre les dieron el tiro de gracia. El semanario Zeta lo califica como el primer ataque directo del crimen organizado contra un menor en Baja California.
La llamada 'Masacre de los Acosta' es apenas uno de muchos casos por la ola de violencia en ese municipio fronterizo. Todo se debe a la sangrienta guerra entre el cartel de Sinaloa, fundado por Rubén Oseguera Cervantes, alias 'El Mencho'.
Hasta el pasado 27 de agosto, esa ciudad registraba 1,615 asesinatos en lo que va del año, 37% más comparado con el año anterior y casi el doble de lo visto en 2016.
Sin embargo, aunque los problemas relacionados con el narcotráfico cruzan la frontera casi a diario, la extrema violencia no lo ha hecho. La pregunta es por qué. Las macabras escenas de cadáveres perforados por las balas, mutilados, quemados o colgados de los puentes, son particulares de Tijuana hasta ahora.
Esto a pesar de que los principales carteles de México se pelean para controlar el fronterizo hacia California y tener mayor presencia en Los Ángeles, el principal centro de distribución de las mafias mexicanas. De hecho, los carteles más grandes tienen presencia en distintos niveles aquí, incluyendo el de los hermanos Beltrán Leyva, Los Zetas y Los Caballeros Templarios.
Pandilleros, encargados del negocio en EEUU
Tymothy Massino, portavoz en Los Ángeles de la istración para el Control de las Drogas (DEA), asegura que localmente hay una cantidad "estremecedora" y "alarmante" de operadores de 'El Chapo' y 'El Mencho', quienes se encargan de distribuir la droga y lavar el dinero que ello genera. Pero señala que en Estados Unidos ese negocio se desarrolla de otra manera comparado con México.
"No hay fronteras en el condado de Los Ángeles para que se pueda decir ‘las organizaciones aquí están trabajando con el cartel de Sinaloa y las de acá con CJNG’. No ocurre así", asegura Massino en una entrevista con Univision Noticias.
Este vocero de la DEA explica que todos los narcos mexicanos operan de la misma forma: se ocupan de la lucha territorial en su país, la producción de la droga, el trasiego y cruce de la mercancía en vehículos, el almacenamiento de los cargamentos en casas secretas en el sur de California, el envío del narcótico a otras ciudades de EEUU y en mandar las ganancias a México, ya sea en fajos de billetes o a través de transacciones financieras ilícitas.
Sobre los enfrentamientos violentos, Messino indicó que ocurren entre los narcomenudistas en California: los pandilleros. "La droga se distribuye en las calles por las pandillas. En Los Ángeles se hace principalmente a través de la alianza de los 'Sureños', que obedecen a la Mafia Mexicana (banda carcelaria), que ejerce control sobre cómo las pandillas hispanas operan en términos de territorio", añadió el funcionario.
"Aunque tenemos pandillas violentas, obviamente no estamos a un nivel siquiera cercano a lo que se ve en México por la pelea por territorios", destacó el portavoz.
"Un modelo de negocio diferente"
Esporádicamente, las autoridades desmantelan células de los carteles en este lado de la frontera, como el reciente arresto de 22 personas en Los Ángeles vinculadas a la organización de 'El Chapo' Guzmán. En pocas ocasiones, como ocurrió en esta investigación, se logra identificar a traficantes de alto nivel. La mayoría de las veces los detenidos no tienen un vínculo directo con los jefes de los grupos. Además, los operativos que los ponen tras las rejas suelen concluir sin incidentes.
"Es muy caro y peligroso cruzar la droga por la frontera, pero una vez que estás en EEUU ¿qué ruta necesitas controlar para vender tu producto? Nada. Tal vez el señor de la esquina tiene que controlar su esquina. Pero a los carteles, como mayoristas, no les importa, ellos le venden a cualquier minorista que les quiera comprar", expone David Shirk, experto en narcotráfico y profesor de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad de San Diego (California).
"La parte difícil en EEUU no es vender droga o llegar al mercado local. No tienes que sobornar al alcalde de Los Ángeles para vender tu producto, solo tienes que ir a la calle, encontrar a bandas callejeras o de motociclistas que estén dispuestas a comprar el producto", señala el catedrático.
Por eso, señalan los expertos, contrastan los niveles de violencia registrados en Tijuana y Ciudad Juárez, cuando al otro lado del muro están San Diego (California) y El Paso (Texas), en la lista de los municipios más seguros de EEUU. Por ejemplo, San Diego tuvo una tasa de 3.7 homicidios por cada 100,000 habitantes de 2001 a 2015, y la de El Paso fue incluso más baja en ese período.
Los carteles están más interesados en vender drogas que en fomentar la violencia o luchar para controlar 'plazas' en este país, de acuerdo con el profesor Shirk.
"Hay un modelo de negocio totalmente diferente al norte de la frontera", dice y agrega que también es "un contexto totalmente diferente en términos de aplicación de la ley".
Los crímenes relacionados al narco en EEUU
Sin embargo, también en este lado de la frontera han ocurrido crímenes de alto impacto ligados al narco. Uno de estos se registró en diciembre de 2008 tras una persecución que se inició en la Placita Olvera y concluyó en un tramo de la carretera 101 en Los Ángeles con un costoso Bentley rociado de balas y la muerte de su conductor, José Luis Macías, de 25 años, ligado al cartel de los hermanos Arellano Félix.
Los ajustes de cuentas no pararon ahí. Otro incidente conmocionó a los habitantes de la tranquila comunidad de Southlake, en el noreste de Texas, la tarde del 22 de mayo de 2013, cuando un sicario acribilló en una plaza comercial a Juan Jesús Guerrero Chapa, abogado personal y emisario de Osiel Cárdenas Guillén, quien fue jefe del cartel del Golfo.
Por varias semanas, sus enemigos siguieron los movimientos del litigante por un localizador satelital GPS que colocaron debajo de su auto. En el cristal de su vehículo quedaron los enormes agujeros por las balas que finalmente impactaron el cuerpo de Guerrero Chapa.
Los traficantes también han intercambiado disparos con agentes fronterizos. Uno de esos tiroteos, que se registró en el norte de Nogales, Arizona, el 14 de diciembre de 2010, acabó con la vida del oficial Brian Terry. Su asesino era integrante de una organización criminal dedicada a robar a narcotraficantes.
Típicamente, las balaceras entre narcos y agentes fronterizos han ocurrido cuando estos encuentran una operación de contrabando. Pero son esporádicos. La gran mayoría de los traficantes deja la mercancía y trata de regresar a México.
Los asesinatos de las bandas
"La violencia existe aquí también, pero de diferente forma, porque la pelea territorial es entre minoristas y medio-mayoristas. Los mayoristas están en México, por eso la violencia es más grande allá", explica Octavio Pescador, experto en asuntos mexicanos y profesor de Educación de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA).
"Hay más orden aquí porque de alguna u otra forma, la Policía, la DEA y una serie de instituciones no están tan corrompidas", agrega el profesor.
Pescador considera que los crímenes atribuidos a los pandilleros están ligados de alguna manera a la violencia de los carteles que les venden droga con la venia de la Mafia Mexicana.
"Tipificarlo como un crimen pandilleril es un término 'sombrilla', porque pueden ser dos jóvenes que se matan por pintar una pared o por la esquina para vender droga, y detrás de ellos está una organización más grande", dijo.
En 2017, la principal causa de homicidios en Los Ángeles fue la violencia de las pandillas, con 177 muertes relacionadas a los pleitos entre bandas, más de la mitad de los 282 asesinatos ese año, según cifras de la Policía angelina.
Gerardo López, quien siendo adolescente fue miembro de la Mara Salvatrucha (MS-13) en Los Ángeles, asegura que la distribución de narcóticos no es la causa principal de los homicidios entre pandilleros: "En mi época (siendo pandillero) muchas veces las pandillas se peleaban porque no se llevaban, se faltaban al respeto de alguna forma, pero no creo que la violencia por drogas sea algo fuerte".
López menciona que la venta de droga es para muchos pandilleros un ingreso extra. "La mayoría vende muy poco. Quizás vendan unos 300 dólares, pero ese dinero no es constante. Dicen que si tienen un empleo de salario mínimo ganan más dinero que vendiendo droga", concluye.