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📸¿Quiénes viajan en la caravana de migrantes? Aquí 5 de sus historias

Madres, jóvenes, niños y padres de familia con algo en común: todos están huyendo de la violencia en sus países. Vienen de Centroamérica y cerca de 200 de ellos continuaron el viaje hacia Estados Unidos y ya se encuentran en Tijuana, listos para pedir asilo. Estos son sus testimonios.
28 Abr 2018 – 12:15 PM EDT
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Laura es madre soltera con cuatro hijos menores. Salió de La Ceiba, en la costa atlántica de Honduras, después de que un grupo del crimen organizado mató a su hermano y comenzó a amedrentarla, con amenazas. "Lo más difícil fue cuando hace unas semanas le metieron fuego a mi casa". Ese incendio, según cuenta, le causó quemaduras a una de sus hijas. La certeza de que los pandilleros continuarían con los hostigamientos hizo que la familia prefiriera salir de Honduras y atravesar Guatemala para unirse a la caravana en la frontera con México. "Me vine con mis cuatro hijos para no arriesgarlos. En Honduras corren peligro". Crédito: Manuel Ocaño
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Kevin, de 15 años, dice que quiere llegar a Estados Unidos para estudiar. En Choluteca, Honduras, las pandillas le impedían ir a clases y aunque le permitían trabajar como peón, a menudo le quitaban lo que ganaba. "Querían el dinero para comprar drogas. Yo sé que al llegar a EEUU voy a tener que trabajar para poder estudiar, porque no va a ser gratis, pero valdrá la pena". Lo primero que desea es que le den el permiso de entrar al país y luego a la escuela: "De ahí, vamos a ver qué es lo que me puede gustar. Tal vez estudiar para ser doctor o maestro". Crédito: Manuel Ocaño
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Janet, de 32 años, salió huyendo de San Bartolo Ilopango, en El Salvador, junto a su esposo Yoni y sus dos niñas. "Nos amenazaron de muerte. Los mareros ( de la pandilla) le dijeron a mi esposo que si no accedía a unas peticiones, le podía pasar lo mismo que a un familiar suyo (le mataron a un primo)". Esa amenaza ocurrió en marzo. Semanas después aumentó la presión para que Yoni colaborara con las pandillas: "Llegaron a advertir que si se negaba, ya la iban a tomar contra nosotras, las niñas y yo". Por eso la pareja decidió abandonar su vida en Ilopango y unirse a la caravana, después de que supieron que el objetivo era llegar con cientos de personas a la frontera norte mexicana para presentarse ante las autoridades migratorias estadounidenses. "Pues bueno, ya hemos llegado hasta aquí y gracias a Dios estamos bien, pero ahora falta lo más difícil, conseguir el asilo". Crédito: Manuel Ocaño
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Yoni está nervioso. La sola imagen de acudir a las autoridades estadounidenses para entregarse junto a su familia y solicitar un asilo le inquieta. "Siento presión de oír tantos temas; que el presidente Donald Trump dice esto y aquello. Si yo pudiera, le pediría que se pusiera la mano en el corazón y dialogara con muchas de estas familias que vienen acá por diferentes tipos de problemas; y que los escuchara porque así se daría cuenta de que uno no viene acá para aprovecharse del país o por algún interés, sino por seguridad y por sacar adelante a nuestros hijos. Lo único que nos queda es ponernos en manos de Dios y que sea él quien le toque el corazón". A pesar de la angustia, dice que también se siente "agradecido", pues en el camino nadie de la familia se enfermó y nada malo les pasó. Crédito: Manuel Ocaño
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Ángel. Este jornalero decidió huir de su casa en el central departamento de Yoro, en Honduras, tiempo después de que pandilleros de la MS-13 mataran a su hermano: "Era un profesor rural que no se metía con nadie, así que no sabemos el motivo". Dos meses más tarde, los mismos criminales asesinaron a su sobrino y le advirtieron que le pasaría lo mismo si no obedecía todo lo que le pedían que hiciera. Así que decidió marcharse; en la huida, recorrió diversos pueblos de Honduras. Entonces, los pandilleros decidieron ser más crueles: "Golpearon y violaron a mi madre, una mujer de 87 años, porque querían que les dijera dónde estaba yo, para hacerme regresar; yo tengo pruebas de todo eso, fotos del hospital". Como no podía trabajar de manera estable, decidió unirse a la caravana con su hijo de 5 años. "Esperamos que nos concedan asilo. Si nos lo niegan vamos a estar en mucho peligro, pero si lo conseguimos, vamos a ver cómo vamos a ayudar a los demás en la familia". Crédito: Manuel Ocaño
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